Thursday, March 20, 2003
EL TIEMPO
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
Hitler contó con un terrible enemigo en su campaña bélica contra Rusia: “El Invierno”. En esta guerra de Venezuela vs. el CASTRO-COMUNISMO INTERNACIONAL, una de las dos partes contará con un enemigo similar: “El Tiempo”. El problema está en que no sabemos a quién beneficiará al final, si a nosotros – Venezuela – o a ellos, los castro-comunistas.
Así como nosotros le tenemos ganas al “innombrable”, él le tiene ganas a los medios de comunicación social… y lo de él no son ganas meramente viscerales, son, además, ganas tácticas. Simple y llanamente, la revolución bonita no se puede concretar con unos medios transmitiendo – entre otras cosas – sus vagabundearías (la del chavismo) todo el tiempo. Yo siempre les he dicho que cuando nos apaguen el “suiche” de los medios, hasta ahí nos llevará el río… a menos que quememos los últimos cartuchos y nos tiremos a las calles en anarquía total y sin pitos.
Si el Sr. Chávez no ha dado su gran paso hacia la dictadura total y declarada es por una razón tremendamente sencilla: no controla los cuadros medios y bajos de las Fuerzas Armadas venezolanas. Así de simple es la cosa. Pero el tiempo se le está agotando. Por ahí viene ya tremendamente arrecho un general llamado “Hambre”, del cual hablaré prontamente, tal vez mañana, quien “no se para en artículo”. Al final podría ser ese “individuo” quien le ponga el cascabel al gato barinés. A veces en las guerras, la liebre salta por donde menos uno se lo espera.
Pero el enemigo Tiempo podría también estar en contra nuestra pues no sabemos qué tan cerca está el Sr. Chávez de lograr su amarre definitivo dentro del aparato militar. Así que el juego táctico se plantea tremendamente interesante. Claro que en el caso del régimen y su gente, ellos están trabajando día y noche para derrotar a tan peligroso enemigo y nosotros, bueee… ahí, dándole. Eso sí, no estamos dando ni un paso atrás.
El Hatillo 16 de marzo de 2003
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
CARTA ABIERTA A LA PROF. MARTA COLOMINA
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
Estimada y muy respetada Profesora Colomina:
Dice el refrán que cada quien tiene su propia manera de matar pulgas, el problema está en que algunos en vez de matarlas, las alimentan sin querer.
Ayer me emocioné junto a usted cuando la vi en la tarima de PDVSA dándoles ánimo a nuestros héroes y al país en general, sin embargo, mucho sentí su insistencia en decirnos que el Sr. Chávez es un “muerto en vida” y que su oprobioso e ignominioso régimen está “guindando como mango maduro, a punta de caer solito”. Ojo: no lo dijo con esas palabras, pero el efecto que produjo es exactamente el mismo. De hecho, creo que en algún momento la he oído hacer comentarios muy cercanos a estos… con palabras más o menos similares.
Siendo usted una de las periodistas (en este caso analistas, diría yo) más acuciosa del momento, sabe PERFECTAMENTE que este régimen “está más duro que sancocho (ajiaco) de pato” y que a menos que la sociedad civil digna de este país se ponga las pilas bien puestas y recién sacadas del “blister”, quienes terminaremos – irremediablemente -- cayéndonos del gajo – y de la nube -- seremos nosotros.
Para nadie es un secreto que los “latinos” somos un poquito flojos, no mucho… solo un “pelito”. Si nos dicen que el mango está madurito y que se cae solito, no nos preocupamos mucho para mover la matica, no vaya a ser que el mango nos caiga en la cabeza o nos llenemos de “bachacos culones”, como muy bien dije ya en uno de mis tantos “alertas”. En consecuencia hay que decir que el mango está más verde que periquito llanero. Además, diciendo tal cosa no le estaríamos mintiendo al pueblo, que parece bobo, pero no lo es… y menos los “petroleros”.
Usted que tiene tantos amigos publicistas, debería conseguirse uno que actualice nuestro “slogan de guerra” -- “¡NI UN PASO ATRÁS!” -- porque los únicos pasos que estamos dando últimamente son para coger el monte, buscar una madriguera o una embajada donde salvar la vida. Si no comenzamos TODOS a dar como diez mil pasos al frente, los pasos que comenzaremos a dar muy pronto serán los que nos lleven a las escaleras de los aviones que nos sacarán del país o los que dan los condenados cuando suben al cadalso.
Perdóneme, Profesora Colomina, pero así es como yo lo veo. No quiero que me vaya a malinterpretar, habiendo conocido este régimen cuando comenzó en Cuba hace 44 años, 74 largos y tormentosos días y unas horripilantes horas, sabré cuándo hay que apagar la vela e irnos. Ahora es que queda luz por delante, pero no debemos achinchorrar a nuestro pueblo más de lo que ya está, porque saldremos con las tablas en la cabeza y con más palos que una gata ladrona. Créamelo, Profesora Colomina.
Un fuerte abrazo solidario,
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
El Hatillo, 15 de marzo de 2003
FE DE ERRATA : Mi tío José Manuel Alonso (“Montalvo”) – QEPD -- debió haber estado ayer en una importante reunión en el cielo, porque me abandonó al momento de yo redactar mi “alerta” y en vez de escribir PARRICIDIO (del latín parricidium, que significa muerte dada a un pariente próximo, especialmente al padre o a la madre), escribí FRATRICIDIO (del latin fratricidum, que significa muerte dada por alguien a su propio hermano). Mis lectores “están mosca”, aunque algunos me dijeron que la palabra correcta era PATRICIDIO, palabra inexistente en el idioma castellano -- según el Diccionario de la Real Academia Española -- lo que me recordó un cuento de un empleado que tuve en la finca quien recibió una “picadura” (mordida) de culebra y para prevenir su muerte le cayó atrás con el fin de matarla antes de que tomara agua. Cuando eché el cuento al resto de los empleados sobre esa absurda creencia, uno de ellos me dijo: “Hay que ver que Benito es bruto, ¡eso es con el camaleón!”
Otro error cometido en el mismo “alerta” fue producto de cómo Chávez nos tiene pensando en guerra, pues en lugar de escribir “M19” -- intentando referirme al Movimiento 19 de Abril de Colombia -- escribí “M16”, tal vez por tener en mi subconsciente el rifle de asalto norteamericano fabricado por la COLT, el cual tiene un peso total de 3.6Kg cuando está cargado con 30 proyectiles calibre 5.56x45mm, dueño – si es correctamente empleado -- de una efectividad de 460 mt y de una capacidad de fuego de hasta 750 proyectiles por minuto… muy adecuado para tumbar mangos verdes.
Vale
MI GENERAL
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
No sé cuántas cartas he recibido ya de gente que me pregunta qué debemos hacer para salir de este cáncer que cada día crece y crece peligrosamente. Por supuesto que me siento tremendamente halagado pero injustamente reconocido y profundamente COMPROMETIDO.
Yo tengo una sola certeza sobre la cual podría jugarme la vida contra un pedazo de la uña del dedo chiquito del pie de cualquiera: cada hora que pasa nos aleja más de lo que ustedes y yo conocemos como Venezuela. Cada hora que pasa nos aleja a muchos de nosotros de nuestro hogar. Cada hora que pasa aleja a este país de la posibilidad de enrumbarse por el camino adecuado, el mismo por el cual se debió enrumbar hace muchos años.
Todo ser humano ha sido impactado por otro ser humano alguna vez en su vida. En mi caso, yo he tenido la suerte de conocer a muchos individuos que han dejado huella en mí. Algunos los he conocido personalmente, otros no. Uno de esos personajes que han hecho mella en mi conciencia se llama el General Efraín Vásquez Velasco a quien he tenido la suerte de ver en diferentes entrevistas que le han hecho en la televisión y la radio, luego de su histórica participación en los eventos del 11 al 13 de abril de 2002.
Personas como el General Efraín Vásquez Velasco, como la Prof. Carolina Jaimes Branger y tantos otros que existen o deben existir, dan la cara por el resto de nosotros que flaqueamos en un momento dado, cuando lo que debe prevalecer son los más inquebrantables principios que aprendimos en nuestros hogares y en nuestras escuelas.
Al General Efraín Vásquez Velasco lo he oído por la radio y visto muchas veces por la televisión explicar los eventos que sacaron del poder al Sr. Hugo Chávez Frías, así como las situaciones que lo regresaron al mismo lugar donde estaba en la noche del 11 de abril de 2002. Ha dicho mucho sin intentar buscarle la vuelta que lo pudiera eximir de cualquier error que haya cometido. Como yo no estuve presente en esos hechos y él sí, mal podría juzgarlo, en caso de que hubiera algo por el cual debía ser juzgado -- más que por una corte conformada por seres humanos -- por la historia misma, que a veces es todavía más injusta.
El General Efraín Vásquez Velasco ha comentado en muchas de sus entrevistas públicas, dos eventos TREMENDAMENTE IMPORTANTES donde pudiera esconderse la clave para recuperar la patria, en caso de que la mayoría de los ciudadanos de este país llegase algún día a considerar que está perdida o que esté en peligro de perderse. Veamos.
Uno de los oficiales más institucionalistas y rectos que ha pasado por la Dirección del Ejército de Venezuela -- el General Efraín Vásquez Velasco -- le dijo valientemente al Presidente Chávez en la noche del 11 de abril de 2002, que hasta entonces lo acompañaba y le sería fiel. Alegaba él que no podía hacerse cómplice con su fidelidad hacia la investidura del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, ante la orden emanada del señor presidente de sacar al ejército a las calles para masacrar al pueblo venezolano. Aquello fue la espoleta que hizo explotar una serie de eventos anárquicos no programados ni planificados a muchos niveles de la sociedad, de las fuerzas vivas, de otros componentes de las Fuerzas Armadas y del propio gobierno tal y como estaba conformado entonces.
Toda aquella reacción en cadena fue provocada por el simple hecho de negarse el General Efraín Vásquez Velasco a masacrar a un pueblo que -- desarmado – pedía una solución política a la grave crisis que entonces ya vivía Venezuela.
Lo que vino después es digno de un análisis más profundo que no tiene que ver con lo que hoy nos ocupa: la recuperación de la patria. Sin embargo, cuando los afectos al régimen se agruparon y se organizaron, llamaron a su pueblo a las calles para defender al Sr. Chávez que se encontraba detenido en La Orchila, como todos nosotros sabemos.
Según el presidente fueron MILLONES de personas que se lanzaron a las calles. Según el General Efraín Vásquez Velasco fueron unas treinta mil. Vamos a aceptar que fueran unas diez mil… ¿cinco mil? Eran, sin duda, muchos venezolanos que salieron a las calles a pedir por la restitución del líder que ellos seguían.
El General Efraín Vásquez Velasco, como Jefe del Ejército y administrador de las tanquetas y de las tropas, estuvo – por segunda vez en su vida – ante la disyuntiva de masacrar a su pueblo, un pueblo diferente en lo ideológico al que se negó a masacrar días antes pero idéntico en lo humano y en su gentilicio a aquel que había salvado ya. ¿Es trampa lo que es igual?
Lo interesante de esta historia, más allá de la lealtad – a Dios gracias -- que el General Efraín Vásquez Velasco le guarda al ser humano como tal, es que tanto la “caída” como la “reposición” del Sr. Chávez fue producto del pueblo en la calle dispuesto a exigir lo que creía era justo.
Ese pueblo no estaba armado. No tenía como norte la violencia per sé, aunque estaba dispuesto a mucho. Ambos bandos merecieron sus logros… y el ejército no se prestó a la masacre.
¿Qué debemos hacer? Ya desde la tarde del 7 de abril, los efectivos afectos al régimen del Sr. Chávez, estaban planificando un plan defensivo. ¿Es que esperaban una insurrección? Según el General Efraín Vásquez Velasco no se sabía de nada en concreto que proviniera de las Fuerzas Armadas. No. La gente de Chávez se estaba preparando para una acción popular, cívica y esencialmente pacífica, tal y como sucedió. Una acción que tuvo éxito y logró sus objetivos, pero falló en la logística. He ahí el gran error de aquella gesta salpicada inútilmente con la sangre de nuestro pueblo.
¿Golpe de estado? ¿Auto golpe? ¿Vacío de poder? No, ¡despelote! Ante aquel despelote que siguió después, el oficialismo se dio cuenta de la debilidad organizativa de aquel “movimiento” sin otro dueño más que el pueblo mismo, y – como no había un líder – se nos metieron los chavistas por la retaguardia y ANTE NUESTRO FATAL Y MORTAL TRIUNFALISMO, mientras poníamos TODOS el caldo morado, nos sacaron del juego y aprendieron – ellos -- mil lecciones.
Eso -- a vuelo de pájaro y para no entrar en detalles -- fue la historia de cómo recuperamos la patria para perderla antes de que nos cantara un gallo.
Pero nos quedó el extraordinario e importantísimo testimonio del General Efraín Vásquez Velasco. ¿Quedarán más “vasquez-velascos” en las Fuerzas Armadas de hoy? Yo creo que sí. Yo creo que la mayoría de nuestros oficiales son como “mi” General. También creo que no habrá otra opción que ponerlos a prueba cuanto antes y confiar -- hoy, más que nunca -- en Fuenteovejuna.
El Hatillo, 22 de febrero de 2003
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
EL PROBLEMA NO ES SALIR DE CHÁVEZ
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
Vamos a hablar claro. Sacar al Sr. Chávez de la presidencia podría ser más fácil que pelar mandarinas con las uñas largas. Ya sucedió una vez y se hizo “sin querer-queriendo”. Después de mucha evaluación y de un muy cuidadoso estudio, no me cabe la menor duda que lo único que se necesitaría sería crear una crisis similar a la del 11 de abril donde se podrían – incluso – obviar los muertos.
Eso es básicamente lo que se necesita, claro que con ciertas condiciones. Para prevenir muertes -- al menos en abundancia – se requeriría una explosión anárquica, incontrolada, DESARMADA, en las mayores ciudades de Venezuela, bajo la única condición que se hiciera al unísono o en el peor de los casos, que arranque y se vaya sumando el pueblo digno sin mucho guabineo.
En una larga entrevista que me concedió el General Efraín Vásquez Velasco, cuyo grueso está por salir y sin duda hará hito en la historia de la lucha por recuperar la patria, le hice una simple y muy directa pregunta: “¿Qué motivó la caída de Chávez?” No pensó la respuesta ni un micro-segundo: “¡Los muertos de la marcha!”
Yo que de cosas militares no sé mucho, pienso que quien más aprendió la lección fue, precisamente, el Sr. Chávez, quien dice saber bastante del tema. La ecuación matemática debería ser: a más muertos, mayor posibilidades de caer. La lógica, entonces, me indica QUE NO HABRÁ MUERTOS... al menos, no muchos.
Yo creo firmemente que nosotros – el pueblo ya cansado de esta guarandinguita – deberíamos crear la crisis que pusiera al General García Carneiro en “tres y dos”… a ver qué hace.
Ahora imaginémonos que somos el General García Carneiro, y nos avisan que cientos de miles de “escuálidos” están anarquizados – aunque DESARMADOS -- en las calles de varias ciudades de Venezuela. ¿Qué haríamos?
Tendríamos dos opciones:
- Ordenar el Plan Ávila: la masacre, pues…
- Paralizarnos del miedo y no tomar tan dramática decisión
A veces siento mucha pena por este señor, porque me imagino que no debe dormir, no debe evacuar regularmente ni digerir lo poco que come, pensando en la posibilidad – CIERTA – que le toque enfrentar la misma situación que con mucha valentía – y mayor responsabilidad -- le tocó manejar al General Efraín Vásquez Velasco.
Imaginémonos que diéramos la orden de sacar las tanquetas y sucede como sucedió ya, que nuestros oficiales subalternos no acaten la orden de disparar contra sus hermanos: el pueblo DESARMADO... ¿Qué haríamos? Yo creo que diríamos: “Señores, ¡buenas noches!” Llamaríamos al Sr. Chávez y le diríamos: “Hugo, apaga la vela y vete; al carajo, albañiles, que se nos acabó la mezcla” y a los enfermeros cubanos que nos “ayudan” les diríamos: “a la mierda los enfermos, que se cayó el hospital…!”
Si el General García Carneiro da una orden de salir con las tanquetas y esa orden no es cumplida, se presentaría una grave situación de insubordinación, que fue EXACTAMENTE lo que sucedió el 11 de abril y que hizo que Chávez tomara la decisión de rendirse, pues era eso, o morir a manos de un enemigo desconocido. De hecho, en aquella oportunidad – curiosamente -- ni siquiera había enemigo... ¡algo insólito!
Pero, ¿qué pasaría si no da la orden para que salgan las tanquetas a masacrar al pueblo desarmado? Sus oficiales subalternos le “cogerían la baja”, como se dice en Cuba cuando un individuo le pierde el respeto al otro y de ahí en adelante lo agarrarían pa’sopa. Es decir: “como quiera que se ponga mi General García Carneiro, tendrá que llorar…”
Claro que Chávez puede que -- en su desespero ya final -- emplee a sus “círculos de la muerte”, pero para neutralizar esta posibilidad no iríamos todos por el mismo lado... es más, nadie sabrá por donde iría quien o quienes. Sin embargo, no hay que perder de vista un factor muy, pero que muy importante. Según el General Vásquez Velasco, José Vicente lo llamó en la tarde del 13 de abril -- cuando la pachanga estaba en su punto en Miraflores y el Sr. Carmona estaba repartiendo cargos hasta a los mesoneros de palacio – para informarle que se dirigía para allá con “el pueblo”. Ese “pueblo”, según el General, no pasaba de 30 mil personas... y yo creo que hasta mi general se equivocó en la cuenta.
Ojo, no hay que olvidar que al primer “movimiento raro” que hubo el 11 de abril por la noche, se perdió hasta el gato de la vecina. Uno de los inmensos problemas que me dice el General Vásquez Velasco tuvo en su intento por conseguir un civil que diera temporalmente la cara ante el “despelote” que le explotó sin él quererlo en la cara, fue que no encontró a nadie del gobierno que se hiciera cargo del “coroto”. Todos los “bolivarianos revolucionarios” corrieron y los que no, estaban encerrados en closets o “durmiendo” en su cuarto con una granada fragmentaria en ambas manos – más asustado que palo e’gallinero -- por si acaso. ¿Y que fue de la vida del Vice-presidente? ¡Paticas pa’qué te quiero! Solía decir mi abuelo: “El que huye se ve obligado a pelear dos veces”
Pero aceptemos que José Vicente pudo reunir un contingente de 30 mil “bolivarianos” en el momento más crucial de la “revolución”, hace diez meses. Supongamos que de allá a acá el hambre y la necesidad que está pasando “el soberano”, no haya mermado la capacidad de convocatoria del Sr. JVR. ¿Qué van a hacer 30 mil malandros contra 300 mil de los nuestros? ¡Correr! Sobre todo si están conscientes de que ya no iríamos con cacerolas, pitos, panderetas y racas-racas, sino resteados pa’lo que salga… y no estaríamos pidiendo permisos ni presentando croquis con la ruta de la marcha, porque ni siquiera nosotros sabríamos por donde se nos ocurriría agarrar.
Hasta ahí – creo yo -- todo está muy bien expuesto, motivado y planteado. Pero los problemas podrían presentarse cuando no haya un líder que lance a la gente a las calles de todo el país, cuando las situaciones estén dadas. Ese sería el contratiempo número uno. Es indudable que “esas condiciones” tendrán – NECESARIAMENTE – que darse antes del mes de agosto, mes en el cual debemos ir a elecciones para deponer al Sr. Chávez por las buenas.
Es mi inmodificable creencia que si Hugo Chávez no le ha dado ya la “patada a la mesa”, es porque sabe que no lo controla todo en el Ejército, lo único que para él sirve dentro de las Fuerzas Armadas. Los políticos creen que él está en una típica y perenne campaña electoral. ¡Los pobres! Él está intentando mostrarles fuerzas a sus ex camaradas de arma, como para decirles que a la hora de una vaina, tiene gente por carajazo.
Ahora bien. De producirse la insubordinación producto de la desobediencia de masacrar al pueblo que está formando zaperocos serios en las calles DE TODO EL PAÍS, nadie sabrá quién tomará el “coroto”. Definitivamente sería un militar, por supuesto y si la proporción de descontento dentro de nuestras Fuerzas Armadas es igual que en la calle, tendríamos un 80% de probabilidades que el militar que tome el control sería “de los nuestros”.
Problema número dos: Nuestros políticos JAMÁS apoyarían esta tesis mía porque pudieran estar pensando que los “milicos” los sacarían del juego por un tiempo... ¿años? De ahí que nuestros políticos mantendrían latente el cuento que la salida tiene que ser democrática, sin violencia y sin “hacerle el juego” a Chávez. Algo así como esperar a que caiga un rayo encima de nuestro presidente y lo desaparezca del panorama o que el Sr. Presidente diga: “boto tierrita y no juego más…”, lo que para mí sería más difícil que ver la calva de Miguel Rodríguez pelúa.
Si algo habremos aprendido los venezolanos cuando saquemos al Sr. Chávez del poder – de una vez y para siempre -- es que el próximo que venga, sea militar o civil, cuando nos fastidiemos de él (¿o de ella?) lo/a sacaremos igualito, tirándonos a las calles con nuestras banderas calibre _”, que es el diámetro del tubo negro flexible de PVC donde amarramos nuestra insignia tricolor con las siete gloriosas estrellas, que en mi caso solo están pintadas por una cara, para ahorrar en el presupuesto de mi armamento.
Lo incongruente del asunto es que nuestros políticos alegan que si nos lanzamos a las calles, Chávez nos masacrará, pero confían en que un gobernante tan desalmado como el que masacraría a su pueblo DESARMADO, iría a elecciones, se contaría, perdería y abandonaría el poder con la cabeza baja y el lomo doblado como una mansa palomita... ya sea para el exilio en su muy particular mar de felicidad o para una fría cárcel en Holanda, al lado del pícaro de Slobodan Milosevic... si es que el “Coco Pelao” – en esta vuelta -- no le mete un plomazo en el medio de la cabeza.
Como podrá apreciar el lector, el problema no es salir de Chávez.
El Hatillo 5 de marzo de 2003
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net