Adamant: Hardest metal

Buen día, Sr. Robert Alonso…

Buen día, Sr. Robert Alonso,

Ante todo déjeme decirle que no sé cómo llegó a su lista VIP mi dirección de correo electrónico; sin embargo, tengo que agradecerle a quien lo hizo, ya que sus crónicas y sus escritos son bien interesantes.  Acabo de leer la correspondiente al concierto de Serrar en el Poliedro y, de inmediato me dije: “Que suerte tiene, ya que yo no pude ir debido a que mi situación económica no me lo permite”.  Me alegro que lo haya disfrutado; sus palabras me recordaron las varias veces que yo también disfruté a ese “catalán sencillo y poeta”, en algunas de las muchas veces que ha cantado aquí.

Pero mi intención no es comentarle sobre el concierto de Serrat y corregirle los nombres de temas que escribió mal: es “Cantares” y no “Caminante”, que es parte del poema de Machado; es “Fiesta” y no “Gloria a Dios en las Alturas”.  Sin embargo, me alegro que una canción, de las varias compuestas por él sobre la libertad, lo haya emocionado, como seguramente lo hubiese hecho conmigo.  Mi verdadera intención es comentarle que a pesar de darle un tanto la razón sobre el comportamiento del público contra el imbécil de Calixto Ortega (el mejor ejemplo de que existen zulianos sin cerebro,  con el perdón de los zulianos), creo que debería reflexionar sobre esa actitud y no auparla como lo hizo en su escrito.

Soy el primero en reconocer la rabia de todos los venezolanos pensantes, en contra de las acciones dictatoriales y fidelistas de este régimen.  Gracias a Chávez, a mis 44 años de edad, con un título de licenciado en Comunicación Social, con cursos en Venezuela y en el exterior, con el conocimiento de saber manejar dos idiomas; 18 años de experiencia y luego de haberme fogueado en excelentes medios impresos y audiovisuales de mi país (que también, gracias a Dios, es suyo), apenas sobrevivo dando clases en una universidad, donde no llego ni a trescientos mil bolívares de sueldo, ya que la empresa trasnacional donde trabajaba como gerente de comunicaciones, se cansó de tener que pagar comisiones a los funcionarios de este régimen y se fue de Venezuela, dejando sin empleo a cerca de 15 venezolanos, entre ellos a mí.

Pero me preocupa ese odio existente entre nosotros y la posibilidad, cada vez menor, de volver a ser y a tener ese país que todos queremos, el cual usted conoció y yo también disfruté.  Viví en Caracas muchísimos años; tuve amigos cubanos, que estudiaron conmigo en el San Ignacio y conozco a muchos cubanos que viven en Miami y que me han contado sus penurias y sus tristezas por ser “cubanos sin Cuba”.

No quiero que Venezuela sea el Chile de hoy, dividido por el odio dejado por una dictadura como la de Pinochet (con todo y que a veces he llegado a pensar, viendo las acciones de los chapistas, que ese señor tenía razón en hacer muchas de las cosas que hizo).  Tampoco quiero que nuestro país sufra de las brechas existentes entre los cubanos, gracias al sátrapa de Castro.  Por eso creo que aunque tiene razón en decir lo que dijo de un “personaducho” como Ortega, o del cretino de “Frasso”, a quien conozco y que ahora dice que la violencia en televisión es mala cuando él se ganó el Premio Nacional de Periodismo gracias a sus violentas fotos sobre “El Caracazo”, ha debido usted minimizar un problema que nos va a dar muchos dolores de cabeza, ya que cada vez se acrecienta más.

Yo mismo me he quedado impresionado de la actitud de Juan Barreto.  Él, es el mejor ejemplo de esta democracia, que le dio a un muchacho humilde y disléxico, sin padre conocido, la oportunidad de llegar a donde llegó.  Entonces, ¿por qué actúa así, con un odio y un resentimiento que no tiene razón de ser?

Realmente Chávez y su camarilla nos están haciendo mucho mal.  Comprendo la rabia de los serratistas como usted y como yo, de pitar a Ortega, que seguramente no diferencia a Serrat de Camilo Sexto, pero me preocupa que una persona como usted, aliente una llama que nos puede quemar a todos.

Gracias por su tiempo y su atención y lo seguiré leyendo.

Alejandro B.

Caracas, 1ro de julio de 2003

Enviado a

ROBERT ALONSO

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Energía +

Terminando la década de los sesenta me aparecí en Venezuela con una novia austriaca-norteamericana con quien tuve serias intenciones de contraer matrimonio.  Los proyectos no cuajaron, pero Janelle se llevó una muy buena impresión de nuestro país.  La llevé al Hotel Maracay a ver un concierto de “Las Cuatro Monedas” y por las noches asistíamos al “Pub” del Centro Comercial Cacaito (el único centro comercial que tenía Caracas para entonces), donde solía alternar en el piano con Pat O’Brian, el padre – precisamente – de los integrantes de aquel conjunto musical que se perdió en la historia de los tiempos más felices de mi vida.

Janelle regresó a su país tremendamente impresionada con Venezuela.  Tal vez lo que más le impactó – además del Parque Henry Pittier y la Bahía de Cata -- fue pasear por la Cota Mil, una avenida desde la cual divisábamos toda Caracas pero que tenía la particularidad de no llegar a ningún lado, pues – para entonces – la bella arteria vial se truncaba abruptamente en el Marqués para regresar en “U” a San Bernardino.   Solíamos hacer “loops” continuados en la Cota Mil, mientras oíamos la música que salía de mi “8-Tracks” o simplemente charlábamos disfrutando de nuestra mutua compañía y del frío viento que nos entraba por las ventanillas de mi carro, mientras paseábamos – madrugada adentro – en una ciudad que todavía no conocía el crimen.

Se fue mi novia -- blanca como la espuma del mar Caribe -- dejando en mí su lindo recuerdo y una terca costumbre de pasear por la Cota Mil cada vez que deseo tener un encuentro con mis pensamientos más profundos.  Ahora, ya completamente terminada y luego de varias décadas, la recorro con los vidrios hasta el “collín”, los seguros colocados y mi Browning 9mm rozándome el muslo derecho.

Eran las 9 de la mañana de ayer domingo 29 de julio cuando decidí abandonar mi “Guarimba” para ordenar mi mente y cargarme de cordura; había tenido una muy mala semana matizada de soledad, tristeza y depresión.  Como suelo hacer cuando el espíritu me lo exige, me dirigí a la Cota Mil para entrar en el sin-fin de mis pensamientos… pero me olvidé que los domingos trancan la vía para permitirles a los ciclistas y patinadores caraqueños un merecido día de esparcimiento en una ciudad dibujada por el concreto y las pesadillas.  Entonces consideré lo mejor: visitar a mis amigos del petróleo en la Plaza La Meritocracia, donde se llevaba a cabo una de las magníficas verbenas cuya finalidad es recoger fondos para seguir la lucha por la recuperación de la patria.

Guiado por mi instinto llegué de inmediato al quisco de la “Red Energía Positiva”, donde eché mi primera larga charla de la mañana en compañía de los amigos que allí se encontraban repartiendo folletos y haciendo proselitismo político.  No era la primera vez que me invitaban a unirme a ellos...  una vez más decliné respetuosamente la invitación.

“La Red”, conformada por la crema y nata intelectual y pensante de nuestra sociedad productiva, cayó en el mismo discurso indefinido y abstracto de la promoción de un referendo revocatorio aún más indefinido y abstracto que el discurso mismo de la inmensa mayoría de “nuestros” líderes.

Si yo fuese el régimen, le recortaría el presupuesto de financiamiento a los “Círculos Bolivarianos” y le asignaría una buena partida a todos aquellos movimientos, organizaciones políticas y ONG que promuevan el “REFERENDO REVOCATORIO INDEFINIDO”; eso – mediante un impresionante “guaraleo” -- me otorgaría el tiempo que requiero para terminar de colocar en posiciones claves los cuadros medios y bajos del “Ejercito Cubano de Ocupación” que me llegan – diariamente y a paso forzado -- desde la casa matriz en Cuba, tal como hizo Castro en Angola durante 1975-1976, antes de entrar de lleno en la tremendamente-sangrienta guerra civil que montó desde entonces en el poder al MPLA y que le ha costado decenas de miles de muertos a aquella otrora rica nación africana, bendecida por petróleo, minerales, madera preciosa y cualquier abundancia más enviada por Dios.

Si yo fuese “La Red”, me destacaría de gran parte de los políticos (viejos o nuevos) comenzándole a hablar golpeado al régimen, retándolo a que cumpla con pautas que esperan en la ruta hacia ese revocatorio hoy tan absurdamente indefinido; abogando ante las partes por la final designación de los miembros del CNE; exigiendo que el organismo electoral ratifique la validez legal de las firmas recogidas en el famoso “Firmazo”; pidiéndole a los miembros del consejo que presenten un cronograma preliminar razonable a fin de materializar el acto mismo de votación del referendo; forzando al régimen para que secomprometa a aportar los fondos requeridos a fin de hacer viable el constitucional acto electoral que tanto nos preocupa; exigiéndole al CNE la pronta presentación de un modelo de boletas de votación y muchas cosas más que se requieren para que el soberano ejerza su sagrado derecho al voto.

Son como veinte las pautas requeridas para llegar a un final feliz con esto del referendo.  Hasta ahora lo que hay esmora, bla-bla y mucho “guaraleo” de parte y parte.  Si yo fuese “La Red en Positivo” convocaría una “GUARIMBA” cada vez que se incumpla el cronograma nacional hacia el revocatorio y me aseguraría que hubiera candela permanente en “el guateque”, porque para estar guindando, mejor es caerse… o – en el mejor de los casos -- que se caiga el otro.

Habría que estudiarlo mejor, pero hasta he llegado a pensar que con tal de ponerle fechas, presión y cumplimiento a las pautas en la ruta hacia el referendo, aceptaría que el CNE fuese conformado todo por los miembros del cogollo del M.V.R.; total, pal’respeto que el régimen le dará al referendo, me orino adentro.  Una estrategia así lograría definir la situación EN EL MENOR TIEMPO POSIBLE, obligando al régimen a montarse o a encaramarse de una buena vez y por todas… mejor ahora que de aquí a unos meses, cuando el CASTRO-COMUNISMO en Venezuela esté más sólido y apuntalado por los efectivos regulares del “Ejército Revolucionario Cubano”.

Chávez y Castro – TODAVÍA – necesitan tiempo: es evidente.  Forzando las pautas se cierra el collar que terminaría oprimiendo la garganta del gobierno a un punto insoportable, siempre – eso sí – que tengamos al pueblo atrás cohesionado en un solo bloque, atento a la lucha que nos espera si queremos hacerle entrega del país que conocemos a nuestros hijos y nietos.

¿Y los militares?  Veremos -- cuando comience el inevitable “teque-teque” -- quienes estarán dispuestos a morir por la bandera tricolor de las siete estrellas que arropa a la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país, o por la roja y negra con el “26 de Julio” bordado en dorado la cual representa la más férrea opresión del pueblo cubano y a los esbirros que hoy pisotean campante e impunemente la dignidad de los descendientes de los más grandes libertadores americanos.

Caracas 30 de julio de 2003

ROBERT ALONSO

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¡FUERA! ¡FUERA!

Mi amiga cubana y del alma – Vivian Smith de Cárdenas – tenía un noviecito que no era del agrado de Yoya, su madre.  Un día Randolf -- el novio de la infancia de Vivian -- me pidió que lo acompañara para llevarle una serenata a su suegra.  Para mi sorpresa, la única canción que le cantó, desde la planta baja del edificio donde quedaba la “Discoteca Hawai Kaii”, en Colinas de Bello Monte (donde vivía entonces la familia Smith) fue “Señora”, de Joan Manuel Serrat, quien era por aquellos días un desgarbado, greñudo y peludo catalán -- medio ñángara -- que cantaba canciones de protesta y – para aquel tiempo – subida de tono en cuanto a lo moral, lo ético… y las normas de nuestra puritana y muy castiza sociedad venezolana.

“Musiuto”, uno de los hijos del desaparecido, recordado y respetado Marco Antonio -- “Musiú” -- de la Cavalerie, estaba rondando a mi hermanita y la llamaba cariñosamente “Penélope”.  Más tarde ambos – mi hermana y él – tomaron caminos diferentes, pero a su primera hija, “Musiuito” la llamó “Penélope”, en honor a una de las canciones más famosas del poeta y cantante catalán que dejó huellas en todos nosotros que crecimos huyéndole -- sin éxito -- a la influencia musical y social  de los melenudos Beatles.

Mi abuelo, Don Alonso, solía decirnos: “Caminante, no hay camino… se hace camino al andar; y al volver la vista atrás se ve la senda que no se ha de volverse a pisar.  Caminante, no hay camino: solo estelas en la mar!”  Cuál no sería mi sorpresa aquel día, al sintonizar al Capi Doncella en mi radio transistor comprado en la quincalla del chino Jung, ubicada en el Edf. Rubén Darío de la Av. Galipán en San Bernardino, cuando oigo una canción de un cantante con un marcado acento catalán, donde aparecía – en una de sus principales estrofas – la advertencia que tanto escuché de boca de mi ya desaparecido y tan añorado abuelo asturiano-cubano, quien un día – a principios del siglo pasado – llegó a Cuba como emigrante español, para morir en Venezuela como exiliado cubano, faltándole poco para cumplir los cien años de edad; cuyos huesos reposan en Caracas en espera de ser repatriados parcialmente al Oviedo de su infancia y a la Santa Clara de su vida.

Anoche, enredado en el recuerdo de un inmenso e inolvidable amor que quedó plasmado en mi alma hace treinta años, asistí al Poliedro de Caracas para vivir un par de horas en la reminiscencia de los tiempos que tanto nos duele, acompañado en la casi intimidad de aquel catalán que una vez me cautivó con su poesía hecha música, la cual produjo en mí – hace tres décadas – un rechazo forjado por su ideología de izquierda liberal, imposible de ser entendida entonces por un joven como yo que dejó sus raíces enterradas en el patio de la casa que lo vio nacer… allá, en el todavía bien-recordado Cienfuegos .

El siempre exuberante Poliedro estaba repleto a rabiar cuando -- faltando segundos para comenzar la presentación de Serrat -- nos pasó por delante la figura encorvada, macabra, huidiza, desconfiada, deformada y ladina de uno de los personajes íconos del régimen CASTRO-COMUNISTA que hoy pretende ocupar el alma y los huesos de este noble pueblo acostumbrado a vivir en paz, armonía, hermandad y dignidad: CALIXTO ORTEGA.

A Calixto lo conocí hace muchos años cuando intentaba ahorcarse en el palo de un engendro liderizado por “El Loco Olavarría” (Jorge Olavarría), llamado “La Nueva República”; experimento político que terminó – tal cual decimos en Cuba – como la fiesta del Guatao… en donde mi gran amigo de la infancia en San Bernardino – Alexis Ortiz, hoy alcalde digno de Lechería, en el Estado Anzoátegui – salió con las tablas en la cabeza y otro que se dio un feo “culazo” fue mi hermano Ricardo.  

De aquella “moña” se catapultaron dos personajes que hoy representan al grupo de traidores que intentan – sin alma – entregarle la patria al CASTRO-COMUNISMO INTERNACIONAL: Calixto Ortega y un fotógrafo, al cual tengo como “buena-gente”, quien obedece por el remoquete de “Fraso”, llamado oficialmente: Francisco Solórzano… ambos miembros oficialistas hoy de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela.

Calixto siempre me pareció un individuo servicial más que servil, como muchos le decían cuando se esmeraba en demasía por cargarle las maletas al “Loco Olavarría” cuando éste llegaba de visita a Maracaibo.  “El Loco” fue su mentor y su trampolín para meterse de cabeza en el “Movimiento Quinta República” (MVR), donde hizo carrera destacándose entre tanta mediocridad… no que él sea una lumbrera, ojo, pero en un movimiento donde campean tantos ciegos – incluyendo “poetas” que no saben conjugar el verbo haber --, el tuerto, miope y cegato, puede llegar a ser rey… o – en su defecto, como en el caso del personaje que hoy nos ocupa – un temporalmente-útil cortesano.

De repente el Poliedro entero notó la presencia de mi amigo Calixto y se ha prendido una algarabía  tremendamente impresionante, donde los gritos de “¡Fuera! ¡Fuera!” se confundían con improperios tan groseros y fuertes que me abstendré de repetir aquí para evitar irrespetar a mis distinguidas lectoras de la tercera edad.

Joan Manuel no podía salir al escenario mientras duraba la sesión de más de media hora de gritos, pitas, ruidos hechos con los pies en las tarimas metálicas, tiradera de cerveza y mentadas de madres que incluían a la pobre progenitora del Diputado Ortega y aquella que vive -- cual reina -- en Sabaneta de Barinas.  En un intento por calmar a los miles de asistentes, se apagaron las luces del inmenso local y el escándalo se incrementó como si los protestantes estuviesen dirigidos por un director de orquesta sinfónica.

Me dio mucha pena, porque cuando ya presentimos el final del extraordinario espectáculo, vi pasar fugazmente la fantasmagórica figura de un Calixto Ortega traumatizado por el profundo desprecio de sus hermanos… luego me di cuenta que él, el segundo personaje de aquella inolvidable e histórica velada, se había perdido lo mejor del show.  Apenas había abandonado el recinto protegido por guardaespaldas -- dejando atrás los insultos -- el poeta Serrat llamó a la tarima a un cantautor muy querido por su pueblo, Simón Díaz – hermano del hoy despreciado Joselo, entregado incomprensiblemente al régimen de los traidores – y juntos cantaron “Sabana”, canción llanera que le llegó al alma a un público ávido de sentimientos patrios, agobiado por la pesadilla de la ocupación de una asquerosilla “potencia” extranjera representada por el ya Comandante-en-Jefe de Cuba y Venezuela: Fidel Castro Ruz. 

Faltaron canciones estelares que Calixto Ortega no llegó a oír -- producto de haber tenido que huir del recinto cual gata ladrona -- como “Caminante”, “Penélope”, “Lucía”, “Gloria a Dios en las Alturas” y una nueva que hizo delirar a la repleta audiencia, titulada: “¡Libertad!”.

No será solamente el fin de un buen espectáculo musical lo único que el Diputado Ortega se perderá en su vida.  Cuando recuperemos a  Venezuela – la patria que le dio la vida a este ingrato maracucho  – de las garras criminales y sanguinarias del CASTRO-COMUNISMO INTERNACIONAL, aquel que fue mi amigo se perderá muchísimo más que unas canciones que nos transportan por un rato a nuestros años de juventud y a una Caracas donde se podía caminar sin peligro hasta la madrugada… y más allá; cuando el temor a una dictadura CASTRO-COMUNISTA solamente existía en la mente más retrógrada, fantasiosa y absurda y los venezolanos solamente nos peleábamos por defender el cetro de belleza de una rubia llamada Cherry Núñez versus el de la morena Peggy Kopp… una “reina pepeada” costaba un bolívar y en un lejano y oscuro pueblo de Barinas un muchacho a quien mentaban Hugo – apodado “Tribilín” --, todavía no se había puesto su primer par de zapatos.

ROBERT ALONSO

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¡LA TRONARON!

La Cuba de Castro ha producido cualquier cantidad de nuevos verbos, uno de ellos es “tronar”, sinónimo en Venezuela de algo así como “partirle el alma a un colaborador del régimen” o “descamburar”: “dejarlo a pié”… o como el “Gallo de Morón”: sin plumas y cacareando.

Fidel Castro y su régimen CASTRO-COMUNISTA han roto record de “tronamentazon” a lo largo y ancho de la historia de la “Revolución Verde Como Las Palmas”.  Es difícil ahora recordarse quién resultó ser el primer “tronado” del “proceso” castrista; tal vez un iluso llamado Manuel Urrutia Lleó -- el primer “presidente” a quien Castro colocó con su dedo índice en la silla -- quien a los pocos meses quedó como pajarito-en-grama, mirando pa’los lados y piando, para terminar disfrazándose de lechero a fin de colarse de incógnito en la embajada de Venezuela en La Habana, donde pidió asilo político siendo todavía “presidente” de Cuba.

Para deshacerse de Urrutia, Fidel llamó a Carlos Franqui (director entonces del periódico “Revolución”) y le dijo: “Tengo problemas con el Presidente.  No voy a recurrir al acostumbrado golpe de estado latinoamericano.  Voy a ir directamente al pueblo, porque el pueblo sabrá lo que hay que hacer.  Tú eres el único que sabe algo sobre esto.  Quiero que hagas una edición especial del periódico (“Revolución”) anunciándolo.  Cierra el lugar a piedra y canto y no dejes escapar una sola palabra.  Será mejor que imprimas un millón de ejemplares... tú sabes, ¡con esos grandes encabezados que te gustan tanto!  Daré las razones cuando me presente en la televisión...”

         “Revolución” salió a la mañana siguiente con un encabezado en grandes letras rojas que decía: “¡FIDEL RENUNCIA!” El pueblo enloquecía.  Hubo demostraciones por todas partes, la nación entera se estremeció y virtualmente se detuvo.

         “A Fidel si le gusta joder a la gente”, fueron las exactas palabras de Camilo Cienfuegos.  Pero ésta no era la acostumbrada forma de “joder”.  Castro iba a librarse de su presidente, pero lo iba a hacer a través de un nuevo tipo de acción política, a través de lo que era -- en efecto -- un “golpe de televisión”, en el cual un hombre no es simplemente sustituido en su cargo político, sino destruido y en el que “el pueblo” pensaría que realmente tomó la decisión mediante lo que ahora se llamaba “democracia directa”... o “participativa”, como le llamaría décadas después en Venezuela el Sr. Hugo Chávez, metódico estudioso de Fidel Castro y de sus macabras y malévolas tácticas.

         Fidel se desapareció de la capital y se escondió varios días.   El pueblo incrementaba su incertidumbre ante la pérdida de su líder.  La desorientación colectiva se adueñó de la nación entera.  Nadie, incluso Urrutia, sabía qué hacer ni por qué Castro había tomado aquella dramática determinación de renunciar después de tantos “sacrificios”.

         Cuando por fin volvió a La Habana, fue primero a la estación de televisión CMQ y habló tranquilamente durante unos treinta minutos.  Entonces se lanzó en forma directa al grano, declarando que “la razón de mi renuncia son las dificultades que he tenido con el presidente de la República”.  Ahí no paró la cosa.  Continuó acusando a Urrutia de “alta traición” porque había hablado en contra de los comunistas.  La actuación no sería olvidada nunca, porque era la más amenazadora que había realizado Castro hasta entonces y muchos hombres que habían estado con él hasta aquel momento, se sintieron asombrados por la ferocidad de su ataque contra un hombre que había cumplido a ciegas todos sus deseos.

El pueblo cubano -- actuando como una masa ingenua -- no estaba preparado para lidiar con un líder tan inmensamente poderoso, desleal, embustero, calculador y maquiavélico como Fidel Castro Ruz.  Manuel Urrutia, aquel honesto juez rural, formaba parte de ese pueblo.  En cuanto a él -- que también había sufrido para salvar a Cuba -- se encogió como un animal acorralado ante tan inesperadas y feroces calumnias de quien hasta entonces se había mostrado siempre amigable y cordial.  El hombrecillo, pequeño y modesto, con una larga nariz muy española y sus lentes oscuros, se ocultó en su oficina del palacio presidencial para mirar su aparato de televisión como si estuviera en estado de shock, mientras su leal secretario gritaba al rostro de Castro que aparecía en la pantalla de la TV: “¡Mientes, mientes...!”

Fue entonces cuando Urrutia empezó a llorar en forma incontrolable.  Aquella no era una simple maniobra política en la que un hombre sustituye a otro -- con frecuencia sin rencor -- porque todo es simplemente parte del juego del poder político; aquello era un golpe de estado emocional, psicológico, carismático, en el que el usurpador usó cuanta táctica y cuanto vehículo psicológico pudo encontrar no sólo para destruir la eficacia, la legitimidad y la reputación del hombre, sino para destruir a su grupo y a su clase con él.  Castro ya no necesitaba a Urrutia, con sus puntos de vista moderados, así que se libró de él y junto con él, de cualquiera que tuviera puntos de vistas similares.   Para Fidel había llegado la hora de romper definitivamente con la imagen del padre y se alza sistemático y destructivo contra todo aquello que se lo recuerde, como por ejemplo: la clase dirigente cubana.  Y así, de institución en institución, de pueblo en pueblo, se COLABORADOR EN COLABORADOR, fue destruyendo sistemática y “programáticamente” todo cuanto encontró a su paso como verdadero ángel exterminador.

De Urrutia en adelante, los “tronados” fueron tantos que la cifra y conteo se perdieron en lo gris de una historia aburrida que hoy tiene más de cuatro décadas.  Oswaldo Dorticós, el substituto de Urrutia, fue “tronado” y un buen día amaneció suicidado con un tiro en la azotea.  La lista es tan larga como el expediente criminal del único dictador que ha sido “Comandante-en-Jefe” de dos repúblicas a la vez: Fidel Castro Ruz.

Las técnicas de las “tronaciones” han sido variadas y algunas de ellas cargadas de mucha inventiva y creatividad.  En algunos casos la “tronada” víctima recibía, además, un pase de factura, como sucedió con el General Arnaldo Ochoa y los “morochos” (jimagüas) De La Guardia.  Estaban también los “veladamente-tronados”, como el “Guerrillero Heroico”: Ernesto “Che” Guevara.   A Camilo Cienfuegos lo “tronaron” y lo desaparecieron del mapa cubano.  Dicen que a Robertico Robaina lo “tronaron” y lo pusieron de “bombero” en una bomba de gasolina (gasolinera) habanera.  El General de División José Abrantes – el eterno ministro del Interior – lo metieron de cabeza en un calabozo cuando fue “tronado”, del cual salió moribundo tras un supuesto ataque cardíaco que lo llevó al cementerio para siempre.

En mi libro “Regresando al Mar de la Felicidad” (ver dirección donde puede ser obtenida una copia cibernética) alerto a los colaboradores más cercanos del Sr. Hugo Chávez, para que vayan poniendo sus bardas en remojo al verse reflejados en el espejo del CASTRO-COMUNISMO, versión Las Antillas… y ahí se deben incluir – PRIMORDIALMENTE – los miembros de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas, en especial aquellos del Ejército Forjador de Libertades, quienes son los primeros candidatos a recibir sus respectivas patadas por donde el sol nunca pega… llegado el momento en el cual ya no tengan valor alguno para los intereses particulares de los señores Chávez y Castro.

Hoy parece que le tocó el turno en Venezuela a la Sra. Nora Uribe, experta – entre otros menesteres – en guindarse verticalmente hasta un punto en que debió haber producido profundo dolores testiculares al segundo abordo en esta “revolución bonita”… tal y como podíamos todos “disfrutar” cada domingo en el excelentísimo programa “Aló Presidente”.

Dirección cibernética: 

(www.geocities.com

Caracas, 27 de julio de 2003

ROBERT ALONSO

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Amiga Belkys

Sr. Alonso:

Quienes no queremos un Castro-Comunismo aquí en Venezuela leemos sus escritos con avidez e interés.  Soy del grupo que tiene un año en pie de lucha en la calle, aunque nos llamen “comeflores” e idealistas, entre otros adjetivos.

No pertenezco a partido político alguno y estoy deslastrándome de la aversión que ese término aún despierta en mucha gente: sinónimo de corruptos, vendidos, incompetentes, chanchulleros, etc.

Soy una civil que no quiere que otros la interpreten, ni piensen por ella. Sin embargo, por el sentido práctico de las cosas y porque hay mucha gente desesperada que considera que la mejor práctica es huir, le pregunto:

¿Qué propone usted? ¿Que nos marchemos en tropel ya?  ¿Que matemos al “inquilino”? ¿Que nos tiremos a la calle para que nos maten? ¿Qué no sigamos protestando?

¡Dígame qué propone usted!

Extirpar, para mi entender, es acabar de raíz y si en Venezuela cabemos todos, ¿cómo hacemos?

No espero que me responda directamente.  Sugiero que lo piense, evalúe su lenguaje metafórico (que es muy bueno, pero pesimista y derrotista) y lo escriba.

Cordialmente,

Belkys


Amiga Belkys,

Únicamente aquel que se siente derrotado puede ver en mis escritos derrotismo.  Me dedico a ALERTAR a la ciudadanía con la esperanza que no se produzca en Venezuela un clon de lo que sucedió (y sucede tras más de cuatro décadas) en la Cuba que me arrebató el CASTRO-COMUNISMO.  Así de simple.  Así de sencillo.

Al final de cada uno de mis ensayos sugiero que visiten la página en la cual publico todos mis escritos que conforman esta campaña de alertas, la www.geocities.com/alertas3986959.  Ahí podrá ver -- más allá de lo explicable -- mi propuesta, que ha sido extremadamente clara desde hace mucho tiempo.

Le sugiero que lea los dos artículos principales sobre "LA GUARIMBA" y los postulados del "Movimiento de Defensa Radical".  Verá que, al contrario de la mayoría de los políticos tradicionales, yo sí tengo una propuesta clara y contundente para enfrentar esta pesadilla, combatirla y derrotarla.

No, no es derrotismo... lo que sí encontrará en mí es una TENAZ INSISTENCIA en combatir el muy dañino TRIUNFALISMO, que es muy distinto.

No debemos salir a las calles con el primordial fin de matar o hacer que nos maten mansa e inútilmente.   No debemos dejar de protestar debida y racionalmente dentro del más absoluto marco de la más férrea seguridad... como tampoco debemos venderle al régimen la cuerda con la cual nos ahorcarán, que es lo que hemos venido haciendo desde que comenzó el llamado "paro general e indefinido" y que hicieron – entre muchos otros -- los equivocados y dignos empleados de PDVSA, justamente, por desconocer al enemigo y por no saber que lo que ellos estaban haciendo, lejos de perjudicar al régimen, lo beneficiaba inmensamente.

Un abrazo,

Caracas, 26 de junio de 2003

ROBERT ALONSO

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