Adamant: Hardest metal
Sunday, January 12, 2003

El estómago de Gaviria

No quiero ni imaginar los padecimientos de César Gaviria en la Mesa de Negociación y Acuerdos.

No es que piense que tenga que soportar improperios -como los que dicen que ha recibido de Chávez- o que sufra por estar lejos de su casa.

Qué va. Me refiero a su pensamiento estructurado de demócrata, con la base de haber sido presidente de Colombia y el consecuente dolor de haber sufrido una guerra, y la conciencia de su deber en evitar algo parecido en Venezuela.

Debe entonces Gaviria imponer con gran habilidad la sensatez y la justicia, abarrotado como todo el mundo, de información acerca de lo que está sucediendo en nuestro país.

Esto significa comportarse tolerante sin dejar a un lado la severidad, y lo que le debe ser más difícil, envuelto en un manto de ecuanimidad, de distancia, incluso posiblemente de indiferencia.

Me pregunto qué sentirá Gaviria al ver las imágenes de centenares de miles de manifestantes que a cada convocatoria alistan sus banderas y se lanzan a una marcha con el orgullo de unas consignas que reivindican la libertad. Agradecería a la vida la oportunidad de conocer qué pasa por su pensamiento cuando ve y escucha a una mujer que luego de haber sido víctima de golpes y perdigones de la Policía Militar, dice frente a las cámaras de televisión que bueno, que ella no llegó pero que los centenares y miles de venezolanos que vienen atrás sí van a llegar, así que ¡sigan adelante!.

Me encantaría también introducir a un Gaviria camuflado, marchando aleatoriamente en cualquiera de los puntos de una movilización, y que escuchara lo que esos ciudadanos se dicen unos a otros, especialmente cuando muchos a través de radios o pequeños televisores se enteran de que los círculos violentos nos esperan unos metros más adelante.

Compartiría entonces Gaviria con una gran mayoría que sin amedrentarse insiste en su derecho constitucional de marchar, argumentan que la movilización tiene el permiso y repiten “no tenemos miedo”, mientras hordas del oficialismo disparan con armas de fuego, lanzan piedras y bombas lacrimógenas.

Luego me gustaría entonces ubicarme nuevamente en su pensamiento cuando Chávez acusa de los hechos a la Policía Metropolitana, le dice fascista a la oposición y golpista a la inmensa mayoría de los venezolanos que piden elecciones. Hay que tener estómago para eso. Me refiero a Gaviria.

¿Serán ideas mías que el secretario general de la OEA ha perdido peso?

Ibéyise Pacheco El Nacional 10 de enero de 2003

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