MI GENERAL
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
No sé cuántas cartas he recibido ya de gente que me pregunta qué debemos hacer para salir de este cáncer que cada día crece y crece peligrosamente. Por supuesto que me siento tremendamente halagado pero injustamente reconocido y profundamente COMPROMETIDO.
Yo tengo una sola certeza sobre la cual podría jugarme la vida contra un pedazo de la uña del dedo chiquito del pie de cualquiera: cada hora que pasa nos aleja más de lo que ustedes y yo conocemos como Venezuela. Cada hora que pasa nos aleja a muchos de nosotros de nuestro hogar. Cada hora que pasa aleja a este país de la posibilidad de enrumbarse por el camino adecuado, el mismo por el cual se debió enrumbar hace muchos años.
Todo ser humano ha sido impactado por otro ser humano alguna vez en su vida. En mi caso, yo he tenido la suerte de conocer a muchos individuos que han dejado huella en mí. Algunos los he conocido personalmente, otros no. Uno de esos personajes que han hecho mella en mi conciencia se llama el General Efraín Vásquez Velasco a quien he tenido la suerte de ver en diferentes entrevistas que le han hecho en la televisión y la radio, luego de su histórica participación en los eventos del 11 al 13 de abril de 2002.
Personas como el General Efraín Vásquez Velasco, como la Prof. Carolina Jaimes Branger y tantos otros que existen o deben existir, dan la cara por el resto de nosotros que flaqueamos en un momento dado, cuando lo que debe prevalecer son los más inquebrantables principios que aprendimos en nuestros hogares y en nuestras escuelas.
Al General Efraín Vásquez Velasco lo he oído por la radio y visto muchas veces por la televisión explicar los eventos que sacaron del poder al Sr. Hugo Chávez Frías, así como las situaciones que lo regresaron al mismo lugar donde estaba en la noche del 11 de abril de 2002. Ha dicho mucho sin intentar buscarle la vuelta que lo pudiera eximir de cualquier error que haya cometido. Como yo no estuve presente en esos hechos y él sí, mal podría juzgarlo, en caso de que hubiera algo por el cual debía ser juzgado -- más que por una corte conformada por seres humanos -- por la historia misma, que a veces es todavía más injusta.
El General Efraín Vásquez Velasco ha comentado en muchas de sus entrevistas públicas, dos eventos TREMENDAMENTE IMPORTANTES donde pudiera esconderse la clave para recuperar la patria, en caso de que la mayoría de los ciudadanos de este país llegase algún día a considerar que está perdida o que esté en peligro de perderse. Veamos.
Uno de los oficiales más institucionalistas y rectos que ha pasado por la Dirección del Ejército de Venezuela -- el General Efraín Vásquez Velasco -- le dijo valientemente al Presidente Chávez en la noche del 11 de abril de 2002, que hasta entonces lo acompañaba y le sería fiel. Alegaba él que no podía hacerse cómplice con su fidelidad hacia la investidura del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, ante la orden emanada del señor presidente de sacar al ejército a las calles para masacrar al pueblo venezolano. Aquello fue la espoleta que hizo explotar una serie de eventos anárquicos no programados ni planificados a muchos niveles de la sociedad, de las fuerzas vivas, de otros componentes de las Fuerzas Armadas y del propio gobierno tal y como estaba conformado entonces.
Toda aquella reacción en cadena fue provocada por el simple hecho de negarse el General Efraín Vásquez Velasco a masacrar a un pueblo que -- desarmado – pedía una solución política a la grave crisis que entonces ya vivía Venezuela.
Lo que vino después es digno de un análisis más profundo que no tiene que ver con lo que hoy nos ocupa: la recuperación de la patria. Sin embargo, cuando los afectos al régimen se agruparon y se organizaron, llamaron a su pueblo a las calles para defender al Sr. Chávez que se encontraba detenido en La Orchila, como todos nosotros sabemos.
Según el presidente fueron MILLONES de personas que se lanzaron a las calles. Según el General Efraín Vásquez Velasco fueron unas treinta mil. Vamos a aceptar que fueran unas diez mil… ¿cinco mil? Eran, sin duda, muchos venezolanos que salieron a las calles a pedir por la restitución del líder que ellos seguían.
El General Efraín Vásquez Velasco, como Jefe del Ejército y administrador de las tanquetas y de las tropas, estuvo – por segunda vez en su vida – ante la disyuntiva de masacrar a su pueblo, un pueblo diferente en lo ideológico al que se negó a masacrar días antes pero idéntico en lo humano y en su gentilicio a aquel que había salvado ya. ¿Es trampa lo que es igual?
Lo interesante de esta historia, más allá de la lealtad – a Dios gracias -- que el General Efraín Vásquez Velasco le guarda al ser humano como tal, es que tanto la “caída” como la “reposición” del Sr. Chávez fue producto del pueblo en la calle dispuesto a exigir lo que creía era justo.
Ese pueblo no estaba armado. No tenía como norte la violencia per sé, aunque estaba dispuesto a mucho. Ambos bandos merecieron sus logros… y el ejército no se prestó a la masacre.
¿Qué debemos hacer? Ya desde la tarde del 7 de abril, los efectivos afectos al régimen del Sr. Chávez, estaban planificando un plan defensivo. ¿Es que esperaban una insurrección? Según el General Efraín Vásquez Velasco no se sabía de nada en concreto que proviniera de las Fuerzas Armadas. No. La gente de Chávez se estaba preparando para una acción popular, cívica y esencialmente pacífica, tal y como sucedió. Una acción que tuvo éxito y logró sus objetivos, pero falló en la logística. He ahí el gran error de aquella gesta salpicada inútilmente con la sangre de nuestro pueblo.
¿Golpe de estado? ¿Auto golpe? ¿Vacío de poder? No, ¡despelote! Ante aquel despelote que siguió después, el oficialismo se dio cuenta de la debilidad organizativa de aquel “movimiento” sin otro dueño más que el pueblo mismo, y – como no había un líder – se nos metieron los chavistas por la retaguardia y ANTE NUESTRO FATAL Y MORTAL TRIUNFALISMO, mientras poníamos TODOS el caldo morado, nos sacaron del juego y aprendieron – ellos -- mil lecciones.
Eso -- a vuelo de pájaro y para no entrar en detalles -- fue la historia de cómo recuperamos la patria para perderla antes de que nos cantara un gallo.
Pero nos quedó el extraordinario e importantísimo testimonio del General Efraín Vásquez Velasco. ¿Quedarán más “vasquez-velascos” en las Fuerzas Armadas de hoy? Yo creo que sí. Yo creo que la mayoría de nuestros oficiales son como “mi” General. También creo que no habrá otra opción que ponerlos a prueba cuanto antes y confiar -- hoy, más que nunca -- en Fuenteovejuna.
El Hatillo, 22 de febrero de 2003
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
EL PROBLEMA NO ES SALIR DE CHÁVEZ
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
Vamos a hablar claro. Sacar al Sr. Chávez de la presidencia podría ser más fácil que pelar mandarinas con las uñas largas. Ya sucedió una vez y se hizo “sin querer-queriendo”. Después de mucha evaluación y de un muy cuidadoso estudio, no me cabe la menor duda que lo único que se necesitaría sería crear una crisis similar a la del 11 de abril donde se podrían – incluso – obviar los muertos.
Eso es básicamente lo que se necesita, claro que con ciertas condiciones. Para prevenir muertes -- al menos en abundancia – se requeriría una explosión anárquica, incontrolada, DESARMADA, en las mayores ciudades de Venezuela, bajo la única condición que se hiciera al unísono o en el peor de los casos, que arranque y se vaya sumando el pueblo digno sin mucho guabineo.
En una larga entrevista que me concedió el General Efraín Vásquez Velasco, cuyo grueso está por salir y sin duda hará hito en la historia de la lucha por recuperar la patria, le hice una simple y muy directa pregunta: “¿Qué motivó la caída de Chávez?” No pensó la respuesta ni un micro-segundo: “¡Los muertos de la marcha!”
Yo que de cosas militares no sé mucho, pienso que quien más aprendió la lección fue, precisamente, el Sr. Chávez, quien dice saber bastante del tema. La ecuación matemática debería ser: a más muertos, mayor posibilidades de caer. La lógica, entonces, me indica QUE NO HABRÁ MUERTOS... al menos, no muchos.
Yo creo firmemente que nosotros – el pueblo ya cansado de esta guarandinguita – deberíamos crear la crisis que pusiera al General García Carneiro en “tres y dos”… a ver qué hace.
Ahora imaginémonos que somos el General García Carneiro, y nos avisan que cientos de miles de “escuálidos” están anarquizados – aunque DESARMADOS -- en las calles de varias ciudades de Venezuela. ¿Qué haríamos?
Tendríamos dos opciones:
- Ordenar el Plan Ávila: la masacre, pues…
- Paralizarnos del miedo y no tomar tan dramática decisión
A veces siento mucha pena por este señor, porque me imagino que no debe dormir, no debe evacuar regularmente ni digerir lo poco que come, pensando en la posibilidad – CIERTA – que le toque enfrentar la misma situación que con mucha valentía – y mayor responsabilidad -- le tocó manejar al General Efraín Vásquez Velasco.
Imaginémonos que diéramos la orden de sacar las tanquetas y sucede como sucedió ya, que nuestros oficiales subalternos no acaten la orden de disparar contra sus hermanos: el pueblo DESARMADO... ¿Qué haríamos? Yo creo que diríamos: “Señores, ¡buenas noches!” Llamaríamos al Sr. Chávez y le diríamos: “Hugo, apaga la vela y vete; al carajo, albañiles, que se nos acabó la mezcla” y a los enfermeros cubanos que nos “ayudan” les diríamos: “a la mierda los enfermos, que se cayó el hospital…!”
Si el General García Carneiro da una orden de salir con las tanquetas y esa orden no es cumplida, se presentaría una grave situación de insubordinación, que fue EXACTAMENTE lo que sucedió el 11 de abril y que hizo que Chávez tomara la decisión de rendirse, pues era eso, o morir a manos de un enemigo desconocido. De hecho, en aquella oportunidad – curiosamente -- ni siquiera había enemigo... ¡algo insólito!
Pero, ¿qué pasaría si no da la orden para que salgan las tanquetas a masacrar al pueblo desarmado? Sus oficiales subalternos le “cogerían la baja”, como se dice en Cuba cuando un individuo le pierde el respeto al otro y de ahí en adelante lo agarrarían pa’sopa. Es decir: “como quiera que se ponga mi General García Carneiro, tendrá que llorar…”
Claro que Chávez puede que -- en su desespero ya final -- emplee a sus “círculos de la muerte”, pero para neutralizar esta posibilidad no iríamos todos por el mismo lado... es más, nadie sabrá por donde iría quien o quienes. Sin embargo, no hay que perder de vista un factor muy, pero que muy importante. Según el General Vásquez Velasco, José Vicente lo llamó en la tarde del 13 de abril -- cuando la pachanga estaba en su punto en Miraflores y el Sr. Carmona estaba repartiendo cargos hasta a los mesoneros de palacio – para informarle que se dirigía para allá con “el pueblo”. Ese “pueblo”, según el General, no pasaba de 30 mil personas... y yo creo que hasta mi general se equivocó en la cuenta.
Ojo, no hay que olvidar que al primer “movimiento raro” que hubo el 11 de abril por la noche, se perdió hasta el gato de la vecina. Uno de los inmensos problemas que me dice el General Vásquez Velasco tuvo en su intento por conseguir un civil que diera temporalmente la cara ante el “despelote” que le explotó sin él quererlo en la cara, fue que no encontró a nadie del gobierno que se hiciera cargo del “coroto”. Todos los “bolivarianos revolucionarios” corrieron y los que no, estaban encerrados en closets o “durmiendo” en su cuarto con una granada fragmentaria en ambas manos – más asustado que palo e’gallinero -- por si acaso. ¿Y que fue de la vida del Vice-presidente? ¡Paticas pa’qué te quiero! Solía decir mi abuelo: “El que huye se ve obligado a pelear dos veces”
Pero aceptemos que José Vicente pudo reunir un contingente de 30 mil “bolivarianos” en el momento más crucial de la “revolución”, hace diez meses. Supongamos que de allá a acá el hambre y la necesidad que está pasando “el soberano”, no haya mermado la capacidad de convocatoria del Sr. JVR. ¿Qué van a hacer 30 mil malandros contra 300 mil de los nuestros? ¡Correr! Sobre todo si están conscientes de que ya no iríamos con cacerolas, pitos, panderetas y racas-racas, sino resteados pa’lo que salga… y no estaríamos pidiendo permisos ni presentando croquis con la ruta de la marcha, porque ni siquiera nosotros sabríamos por donde se nos ocurriría agarrar.
Hasta ahí – creo yo -- todo está muy bien expuesto, motivado y planteado. Pero los problemas podrían presentarse cuando no haya un líder que lance a la gente a las calles de todo el país, cuando las situaciones estén dadas. Ese sería el contratiempo número uno. Es indudable que “esas condiciones” tendrán – NECESARIAMENTE – que darse antes del mes de agosto, mes en el cual debemos ir a elecciones para deponer al Sr. Chávez por las buenas.
Es mi inmodificable creencia que si Hugo Chávez no le ha dado ya la “patada a la mesa”, es porque sabe que no lo controla todo en el Ejército, lo único que para él sirve dentro de las Fuerzas Armadas. Los políticos creen que él está en una típica y perenne campaña electoral. ¡Los pobres! Él está intentando mostrarles fuerzas a sus ex camaradas de arma, como para decirles que a la hora de una vaina, tiene gente por carajazo.
Ahora bien. De producirse la insubordinación producto de la desobediencia de masacrar al pueblo que está formando zaperocos serios en las calles DE TODO EL PAÍS, nadie sabrá quién tomará el “coroto”. Definitivamente sería un militar, por supuesto y si la proporción de descontento dentro de nuestras Fuerzas Armadas es igual que en la calle, tendríamos un 80% de probabilidades que el militar que tome el control sería “de los nuestros”.
Problema número dos: Nuestros políticos JAMÁS apoyarían esta tesis mía porque pudieran estar pensando que los “milicos” los sacarían del juego por un tiempo... ¿años? De ahí que nuestros políticos mantendrían latente el cuento que la salida tiene que ser democrática, sin violencia y sin “hacerle el juego” a Chávez. Algo así como esperar a que caiga un rayo encima de nuestro presidente y lo desaparezca del panorama o que el Sr. Presidente diga: “boto tierrita y no juego más…”, lo que para mí sería más difícil que ver la calva de Miguel Rodríguez pelúa.
Si algo habremos aprendido los venezolanos cuando saquemos al Sr. Chávez del poder – de una vez y para siempre -- es que el próximo que venga, sea militar o civil, cuando nos fastidiemos de él (¿o de ella?) lo/a sacaremos igualito, tirándonos a las calles con nuestras banderas calibre _”, que es el diámetro del tubo negro flexible de PVC donde amarramos nuestra insignia tricolor con las siete gloriosas estrellas, que en mi caso solo están pintadas por una cara, para ahorrar en el presupuesto de mi armamento.
Lo incongruente del asunto es que nuestros políticos alegan que si nos lanzamos a las calles, Chávez nos masacrará, pero confían en que un gobernante tan desalmado como el que masacraría a su pueblo DESARMADO, iría a elecciones, se contaría, perdería y abandonaría el poder con la cabeza baja y el lomo doblado como una mansa palomita... ya sea para el exilio en su muy particular mar de felicidad o para una fría cárcel en Holanda, al lado del pícaro de Slobodan Milosevic... si es que el “Coco Pelao” – en esta vuelta -- no le mete un plomazo en el medio de la cabeza.
Como podrá apreciar el lector, el problema no es salir de Chávez.
El Hatillo 5 de marzo de 2003
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
EN DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN
Alertas de Robert Alonso
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
Nuestra constitución bolivariana dice por ahí algo así como que si se llegase a declarar forajido a un gobierno, nosotros - los venezolanos - estamos en la OBLIGACIÓN, entre otras cosas, de defender la constitución. Esto plantea dos preguntas tremendamente interesantes: ¿qué se entiende por un gobierno forajido? ¿Ilegal. inconstitucional? Y la otra, ¿cómo se defiende una constitución?
Si algunos de mis lectores constitucionalistas se animan a asesorarme, quisiera que me dijeran si en el supuesto caso, o negado, que al Sr. Chávez - por ejemplo - se le ocurriese meterle mano al FIEM. o, qué se yo, "pasar" una ley de control de cambio sin contar con la Asamblea Nacional. diría yo; o meter preso a un general contrariando sus derechos procesales y constitucionales o -- yendo más allá en mi imaginación hipotética -- firmar un contrato petrolero con algún país hermano sin que lo apruebe el poder legislativo o algo así tan estrambótico como recibir dinero de una entidad bancaria extranjera para financiar una campaña electoral, ¿se podría considerar que el gobierno se "inconstitucionalizó"? En casos tan absurdos y fantasiosos como estos arriba planteados, ¿habría que salir a defender la constitución?
La segunda pregunta es todavía más "pelúa": ¿cómo se defiende una constitución? ¿Con ciclomarchas? ¿Disfrazando a un perro con los colores patrios? ¿Tocando pitos? Pregunto esto porque una noche a Orlando Urdaneta se le ocurrió decirnos en su programa - Titulares de Mañana - que dejáramos el baile terapia, los pitos y las cacerolas y que saliéramos a defender la constitución y al Sr. Vicepresidente - José Vicente Rangel - no le hizo mucha gracia; incluso salió preguntándole al país desde su podium que si Orlando no quería todas esas cosas tan alegres y simpáticas, ¿qué quería?
Y eso mismo me pregunto yo, ¿qué quería Orlando? ¿Será que una constitución se defiende saliendo a las calles de todas las ciudades del país a "comer gallina o a morir arponeado"? Ta'difícil la guarandinga. Difícil porque si un gobernante fuese capaz de hacer algunas de esas cosas hipotéticas que arriba he planteado, no va a quedarse tranquilo ni que salgamos 16 millones de venezolanos a tocarle pitos al mismo tiempo. sería algo así como ponerle una penitencia a Satanás para que nos rece cuatro padrenuestros y siete avemarías. y se dé un baño con agua bendita.
Por favor, les ruego a mis lectores ayuda. Si alguien tiene por ahí una idea de cómo responderme, ya saben mi dirección electrónica. y que el Señor nos coja confesados.
El Hatillo 19 de Marzo de 2003
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
Asunto: El Terror - por Robert Alonso G3
De: "Robert Alonso" robertalonso1990@hotmail.com
Fecha: Mar, 18 de Marzo de 2003, 9:17 am
Para:
EL TERROR
Así como no se puede batir concreto sin agua, es imposible instalar un comunismo sin contar con "El Terror".
Decía que en Cuba el terror es genético. Ha pasado una generación bíblica en la isla del caribe desde que los cubanos comenzaron a conocer al "Sr. Terror", un "individuo" sin alma que se presta a todo sin esperar nada a cambio.
Sentirse preso en una isla produce un impresionante terror, como terror siente el prisionero de conciencia cuando los guardias calan sus oxidadas bayonetas soviéticas. El sonar de unos disparos al salir el sol produce mucho terror porque los cubanos saben - o se imaginan - que provienen del paredón de fusilamiento y el terror se incrementa en las tinieblas del alba al sonar el tiro de gracia que destroza la sien del condenado a muerte.
Terror siente el padre cuando le dice adiós a un hijo que se marcha a una guerra absurda en un continente que está tan lejos como la esperanza de un futuro en Cuba. Terror siente una madre cuando su hijo regresa muerto o mutilado de esas misiones internacionalistas.
Terror lo produce un vecino que mira detrás de una ventana cuando cae la tarde cargada de calor y terror siente el cubano cuando supone que lo están observando día y noche.
Cuando el cubano se queda sin trabajo en la isla del terror siente un profundo terror pues sabe que fue despedido por el único patrón que tiene su patria: el estado.
Más fuerte que el terror de morir en altamar al intentar alcanzar la libertad en tierras extrañas, está el terror de seguir viviendo esclavo de los designios de un tirano, pero nada es comparable al terror que produce despedir al hermano quien se monta en una frágil balsa para alejarse de las costas y no regresar jamás a Cuba.
Terror siento yo cuando pienso que esta patria, Venezuela, pudiera cambiar su alegría de siglos por el terror eterno teñido de un rojo viejo y absurdo.
El Hatillo 18 de marzo de 2003
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
ADIÓS, AMIGO
Asunto: Adios, amigo - por Robert Alonso G3
De: "Robert Alonso 1994"
Fecha: Mar, 25 de Febrero de 2003, 3:17 pm
Para:
ADIÓS, AMIGO
Carta abierta al Dr. Juan Cancio Garantón Nicolai
Nuevo Asesor Jurídico de PDVSA
Mi amigo Juan Cancio,
Hace muchos días que estoy por escribirte, solo que estaba terminando de llorar antes de hacerlo, pues es difícil escribirle a un amigo como tú con lágrimas en los ojos y una fuerte opresión en el corazón. Son las 12:08 del mediodía de hoy martes 25 de febrero de 2003 y te acabo de ver declarar en Globovisión -- desde el Palacio de Justicia -- en contra de los venezolanos más dignos y heroicos de estos últimos años: los empleados de PDVSA. Tus declaraciones - cargadas, tal vez, de una profunda vergüenza - me secaron las lágrimas de un solo porrazo. pero quedó la opresión, un profundo dolor en el alma y una impresionante impotencia.
Las revoluciones, Juan Cancio, alborotan las más bajas pasiones y los más puros sentimientos en los seres humanos y sirven para definir las fibras de cada quien: delatando traidores, descubriendo héroes y produciendo mártires. Tú eres mi amigo de décadas. Me defendiste en un momento crítico de mi vida, cuando quienes forjaban esta patria grande y hermosa, se empeñaban en destruirla contaminando al Poder Judicial de la corrupción más infame; gratuitos socios del monstruo que hoy de buenas a primeras apareces tú apoyando ante las cámaras de televisión en detrimento de hombres y mujeres dignos que lo han dado todo por recuperar la patria para tus hijos y los míos. ¡Qué cosas tiene la vida!, ¡Cómo hay que vivir por ver!
¡Qué puede estar sintiendo Elsa, tu hermana.mi amiga! ¿Cómo podrá justificarte Patricia, tu primogénita hija? ¿Y Carolina, tu actual esposa? ¿Qué estarán diciendo tus amigos de siempre, tu hermano mayor. tu cuñado, tu otra hermana. tus sobrinos y primos? ¿Habrán llorado como he llorado yo? ¿Qué estará pensando "El Perrote" desde los cielos. y PPK? ¡. y tus padres, y tus tías que afortunadamente hoy ya no están presentes físicamente para avergonzarse del hijo y del sobrino que tanto adoraban! ¿Qué estarás tú pensando de ti mismo?
Lo peor del caso es que no pegas con "esa gente" -- y ellos lo saben --, pues fuiste criado en una familia unida, cristiana, culta, prestigiosa, de buenos sentimientos. sin odios hacia el prójimo. ¿Cuánto tiempo has calculado que durarás en la "cúspide del poder"? ¿A cuantas familias como la tuya y la mía piensas destruir en tu infausta pasantía por este régimen opresor, comunista y ateo? ¿A cuántos hijos de nuestros petroleros piensas dejar sin padre? ¿Cómo harás para conciliar el sueño por las noches, hoy. mañana, por el resto de tus días? ¿Qué será de ti cuando te pidan la renuncia con un pito en la boca? ¿Cuándo te tocará volarte los sesos tras recobrar la cordura y la dignidad que aprendiste de tus viejitos? No hay peor pecado que la traición, Juan Cancio, sobre todo cuando lo que se traiciona es la memoria de nuestros queridos padres y los más sagrados valores patrios. El más infame enemigo -- ¿sabes? -- ¡también desprecia a los traidores!
Si hubieras estado pasando por una difícil situación económica, debiste haber acudido a tus amigos que siempre te quisimos, pues para eso estamos. Pero que yo sepa no llamaste a ninguno de nosotros.
Si hubieras muerto, hubieras hecho todo más fácil para mí, pues cuando un amigo se va, quedan los gratos recuerdos y deja una tumba sobre la cual poder colocarle flores. Pero con tu ignominia solo has matado los recuerdos quedando vivo para avergonzarme de haber sido tu amigo de toda una vida.
Ahora que tienes poder - y mucho - se me ocurre pedirte un ultimo favor: ¿Cómo podrías hacer para que me encierren junto a los hombres que hoy persigues? En verdad prefiero el honor a ser encarcelado junto a ellos en un calabozo frío, húmedo y tenebroso a compartir la calle en la indigna y humillante libertad contigo.
Adiós, amigo.
El Hatillo, 25 de febrero de 2003
Robert Alonso
robertalonso2003@cantv.net
P.D. Si rectificas, Juan Cancio, tendré el honor de seguirte queriendo y te recibiré en mi casa como siempre lo he hecho, echándole las culpas a los perversos duendes que a veces nos perturban. Por favor, no te prestes para destruir más a las familias de hombres y mujeres tan valerosos y valientes como los que te han contratado para perseguir. Que se busquen a sus ratas para hacer los trabajos sucios. No dejes que te destruyan. Gracias a tus nobles ancestros, el apellido Garantón enorgullece al estado Monagas, no lo conviertas con tus erradas acciones en algo despreciable.
Vale