Adamant: Hardest metal

“CRISTINA”

Alertas de Robert Alonso Robert Alonso

Quise pasarle por delante al Capitolio de La Habana, una réplica a menor escala del Capitolio de Washington y en un semáforo se me metió una “jinetera”.  Fidel se había ufanado de haber erradicado la prostitución en Cuba.   Ahora me transporté a la Cuba de Batista, al obstinadamente llamado “ el burdel de los norteamericanos”, solo que no vi un solo “gringo”.  Una muchacha en sus treinta años, de voluminoso cuerpo, piel blanca y ojos tristes,  me preguntó para dónde iba a lo que yo le respondí de inmediato, por decirle algo --- pues yo no sabía todavía a dónde me dirigía --- que camino al “reparto” (urbanización) de El Vedado.    Me dijo que también iba para allá y que tal vez podríamos “hacernos un poco de compañía”.   Era evidente que estaba “jineteando”. 

Estacioné el carro en San Rafael y Galiano  y la invité a tomar un refrigerio cerca de donde estacioné el lujoso vehículo japonés que había alquilado en el aeropuerto.  Fui a trancar las puertas y me dijo que no hacía falta, pues en Cuba no se robaban automóviles... y mucho menos uno como ése.   Me dijo que la gasolina se vende en dólares... así que a nadie en su sano juicio se le ocurriría agarrar una “máquina” (un carro) y “salir volando por ahí”.  La historia es larga, pero la haré corta.  La muchacha era casada con tres hijos pequeños y su marido --- sin ser proxeneta o chulo --- permitía que “jineteara” para “ayudarse”.     Vivía en la casa que sus padres compartían con sus abuelos, donde ella llevaba a sus “clientes”.   Cuando llegaba,  cualquier familiar (incluyendo niños) salía de la casa alegando cualquier excusa,   dejando que ella hiciera su trabajo, el cual mitigaría en algo la miseria de todo su núcleo familiar.   

El padre administraba en su casa un “paladar” que es un pequeño restaurante casero --- “en dólares” --- con un máximo permitido de sillas, donde los turistas --- o cualquiera que pague en dólares --- pueden comer a un costo inferior al de los hoteles de lujo.  

Los cubanos no hablan ni del gobierno ni de la “Revolución”, hablan de Fidel.   “ Fidel no lo permite...”, “A Fidel no le gusta eso...” y así por el estilo.     A Fidel, sin embargo, no le importa mucho que los cubanos se rebusquen “alguito” “jineteando” o montando “paladares” que no sean muy grandes.  Los dólares que se hacen “bisneando” (como ellos llaman a la actividad de hacer negocios por fuera... “matando tigres”) van íntegros para el bolsillo de los cubanos, sin que “Fidel” se quede con nada.   En el caso de los “paladares”, el cubano comparte sus ingresos con el gobierno y la comida que consumen los comensales en estos improvisados y primitivos restaurantes caseros se compra en dólares y generan divisas que terminan en manos del Estado como parte de esa “economía informal”.   Es parte del dinamismo económico que ayuda a mantener “contento” al golpeado pueblo que un día vertió todas sus esperanzas en la “Revolución”.  

Hace apenas unos años, si Fidel agarraba a un cubano con dólares en el bolsillo, lo mandaba de patas a la prisión, con un “juicio” similar al de mi madre, cuya   pena mínima era de cinco años.   Ahora el peso cubano, prácticamente está en desuso, además de ser repudiado y despreciado.  Dólares, dólares y más dólares.  El cubano que no consiga dólares se las ve muy mal.   Lo triste del caso es que conseguir dólares es, en demasiados casos, tremendamente difícil y otras veces: ilegal.   Fidel ha convertido a los cubanos en “ilegales-legales”.   La corrupción es INIMAGINABLE.   Venir de un país como Venezuela, uno de los más corruptos del universo y caer en Cuba es impactante porque uno se enfrenta a la corrupción al más mínimo de los niveles, pero de una manera constante, intensiva, contumaz.  El que un venezolano se impresione con la corrupción exagerada en Cuba es indicativo del grado de corrupción que rige cada paso de esa sociedad.   

La nueva constitución cubana habla  en su preámbulo de aquellos “obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales que lucharon durante más de cincuenta años contra el dominio imperialista, LA CORRUPCIÓN POLÍTICA, la falta de derechos y libertades populares, el desempleo y la explotación...”   Evidentemente que a casi medio siglo del triunfo, falta mucho trecho por recorrer.

Seguía conversando con mi “ jinetera” quien notaba que yo estaba más interesado en la conversación con ella que en ella.  De repente, sin que viniera al caso, la muchacha me pidió que le regalara un dólar.  Así, de repente, sin ton ni son: “Oye, regálame un dólar...”  Se lo di y continuamos conversando.  Jamás pensé que me encontraría en una situación tan penosamente absurda.   Le pregunté si había visitado alguna vez mi pueblo de crianza, Pinar del Río y me dijo que ella no va para allá, porque allá no hay turistas, solo miseria.  

La vida en Cuba se desarrolla hoy en torno, no al turismo, como industria... sino a los turistas.   Los turistas se aprovechan despiadadamente de los cubanos y de las cubanas en particular.  Muchos se las llevan a la cama y después no pagan, según “ Cristina”, mi amiga “jinetera”.  

“Cristina” me dijo que vivía bien en Cuba y que sentía un profundo amor y respeto por Fidel.    ¿Cómo es posible?, me pregunté ingenuamente.  Fidel había hecho de su miserable vida algo “normal”. Su familia abandonaba, “normalmente”, la casa cuando ella llegaba “jineteando”, pero eso a nadie le incomodaba, al contrario, llegaba parte del pan que mitigaría el hambre... y unos cuántos dólares para seguir “bisneando”.  Turistas como monte, más turistas que “jineteras”, aunque parezca absurdo.  La competencia, según “Cristina”, era atroz.

Si bien Castro es detestado y temido, también es amado y reverenciado como lo son -- entre los primitivos -- las deidades sangrientas, pues para el pensamiento del hombre adormitado en su esencia, tan sólo aquel capaz de ser temido merece ser amado, ya que sin odio no puede haber amor, como es timbre de sinceridad, para el que ha sido engañado muchas veces, la brutal felonía.   También existe “el frente”, es decir, el hacer creer que se ama al “Padre de Cuba” cuando lo que existe es un absoluto desprecio.

“Cristina” me propuso que si tenía un “pituza” (blue jean) me llevaba a su casa.    Le dije que todo lo que había traído para mis primas me lo habían quitado en el aeropuerto, a lo que me aclaró que aceptaba un “pituza” de hombre, para su esposo.  Sentí un profundo dolor por aquella muchacha; era un poco mayor que mi hija, pero no mucho.   Una tremenda necesidad de llorar, ahí mismo -- frente a ella -- se adueñó de mí.  Busqué la “Revolución” en “Cristina”, pero no la encontré por ningún lado.   Ahora estaba en Maicao, en los barrios de mala muerte de Santo Domingo, o en algún burdel de quinta categoría de mi patria adoptiva.  Levantaba la cabeza y me encontraba en San Rafael y Galiano, una de las intercepciones más concurridas del centro habanero, que antes de la “Revolución” se parecía a cualquier intercepción importante del “downtown” de Miami, donde se erguía entonces orgullosa la famosa tienda de “El Encanto”.    Un lugar donde jamás uno se hubiera sentado en una mesa con una “callejera”, so pena de fomentar un escándalo social. Tal vez ahí estaba la “Revolución”.   Los escándalos sociales ya no existen, son eventos burgueses del pasado. 

“Cristina” me dijo que ella fue “artista” y una vez salió de Cuba en una gira por las islas del Caribe, cerca de Venezuela.   Le pagaban dos dólares por día y pasó hambre, la que no pasa en Cuba, me dijo.   Lo único que le pudo traer a su mamá de su viaje -- según ella -- fueron unos jaboncitos que se llevó del hotel de mala muerte donde la hospedaron.   Entonces no era “jinetera”, era “artista”.

Extracto del libro Las vivencias de “Paquito” con la “jinetera” Cristina “Regresando al Mar de la Felicidad” de Robert Alonso

El Hatillo 25 de marzo de 2003 robertalonso2003@cantv.net

RODOLFITO

Alertas de Robert Alonso Robert Alonso

En el Hotel Nacional del Vedado, en La Habana, preparan unos buffet a todo dar: langostas, camarones, ancas de rana... la imaginación es el límite.

Todo esto que acabo de nombrar está ESTRICTAMENTE prohibido para los cubanos, incluso, en los "paladares" (*), a pesar de que ellos se las arreglan para que lo haya, aunque sea a un precio fuera de lo imaginable. Los cubanos sirven y los turistas comen.

Para un "cubano-turista" como yo, el escenario produce un profundo dolor de conciencia. El complejo de culpa ataca cuando uno piensa que al abandonar Cuba y regresar de "turista" años después, uno adquiere un derecho que no lo tiene quien ha sufrido las inclemencias del régimen durante cuatro décadas.

¿Qué puede sentir un "cubano de Cuba" que atiende detrás del mostrador de un buffet de cualquier hotel de lujo en Varadero a un "cubano de Miami", lleno de joyas, un buen Rolex, vestido con un conjunto playero de "Saks Fith Avenue", que se atiborra de langostas, mejillones, al tiempo que amenaza a su hijo que de no comerse su "T-bone steak" no se bañará en la playa?

Tampoco es tan dramática la cosa, porque trabajar en un hotel de lujo es una bendición. El robo es incontrolable. La excusa es el turismo. Las propinas, por muy pequeñas que estas sean: una verdadera fortuna. Los turistas que se apiadan de los cubanos dejan atrás toallas, sandalias, "shorts", lentes de sol, trajes de baño, chancletas, ropa interior, agendas electrónicas, pitusas (blue-jeans),medias panties, carteras de semi-cuero, paquetes abiertos de toallas sanitarias, jabones usados, relojes y pare usted de contar.

En el Hotel Nacional me atendió un médico oftalmólogo de apellido Hernández, que en sus ratos "libres" atiende mesas alrededor de la piscina. Cuba es tal vez el único país en el mundo donde un oftalmólogo le trae a uno una cerveza, mientras se toma el sol al lado de la piscina repleta de italianos, alemanes, ingleses, canadienses... y venezolanos.

Por extraño que parezca, no se notaba resentimiento en su trato, todo lo contrario. Además de mesonero, "Rodolfito" --- así se llamaba el médico --- te puede conseguir tabacos de marca, ron Havana Club a mitad de precio y, ¿por qué no?, un par de "jineteras" para pasar la noche en buena compañía.

Después de quince años de graduado como médico, con un post grado en Bulgaria, "Rodolfito" se rebusca en su hospital unos 30 dólares al mes... sirviendo mesas en El Nacional, puede ganar eso en un día, fuera de su sueldo oficial. Me aventuré a preguntarle si no le apetecía emigrar a Miami y me contestó con ese sabor del cubano guapachoso: "qué va mulato, si yo en Cuba estoy de lo más bien..." Si mi hijo médico regresase de Europa y se emplease de mesonero, traficante de tabaco y ron... y además fuese chulo, moriría de tristeza y a su madre habría que internarla en un sanatorio para enajenados mentales, pero para "Rodolfito" --- producto de la "Revolución" --- la vida en Cuba es aceptable y apetecible, además.

Extracto del libro

Las vivencias de "Paquito" en el Hotel Nacional - El Vedado, La Habana (Cuba)

"Regresando al Mar de la Felicidad" de Robert Alonso

El Hatillo 24 de marzo de 2003

Robert Alonso robertalonso2003@cantv.net

(*) Los "paladares" son pequeños restaurantes caseros donde se sirve una estupenda comida familiar. El gobierno permite estos "negocitos" limitados por un máximo de mesas. Los ingresos que producen estos "paladares" son - supuestamente - compartidos con el régimen.

LA MEDICINA EN CUBA

Alertas de Robert Alonso Robert Alonso

Si buscamos a la Cuba de hoy en el ranking mundial de la salud (www.photius.com), comprobaremos que está ubicada en el puesto número 39 de entre 190 países incluidos. Pero ojo: por encima de Cuba están países hermanos como Colombia, en el puesto 22; Chile, en el puesto 33; Dominica, en el puesto 35 y Costa Rica, en el puesto número 36. Ninguno de esos países tuvo que instalar un régimen totalitario y comunista para tener un sistema de salud mejor que el que Cuba reporta y jamás he oído a alguien "publicitar" los logros en materia de salud de esos cuatro países que están por encima de la Cuba de Castro. De hecho, me asombré al enterarme que el sistema de salud de COLOMBIA está por encima de los siguientes países altamente industrializados o ricos: Suecia, Alemania, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Israel, Canadá, Finlandia, Australia, Dinamarca y Estados Unidos, que está en el puesto 37.

Pero ahí no termina la cosa. Entre Cuba y Venezuela solamente --- en el ranking mundial de la salud --- hay tres países americanos: Barbados, República Dominicana y Jamaica. Venezuela (en el puesto número 54), está --- en materia de salud --- por encima de Paraguay, México, Uruguay, Trinidad y Tobago, Santa Lucía, Belice, Nicaragua, San Vicente y Granadinas, Argentina (que está en el puesto 75), Guatemala, Grenada, Antigua y Barbuda, Bahamas, Panamá, Saint Kitts y Nevis, Suriname, Ecuador, El Salvador, Brasil (que está en el puesto 125), Bolivia, Guyana, Perú, Honduras y Haití... en ese orden. Por cierto que no hace falta sufrir una dictadura comunista para tener un buen sistema de salud. Rusia, que viene de la meca del comunismo, está en el puesto número 130, superando en el continente americano únicamente a Honduras y Haití. China, que yo pensaba tendría un sistema de salud más avanzado, está en el puesto número 144, por debajo de Haití, que está en el 138. Vietnam está por allá, en el hueco 160... Corea del Norte, ni le cuento: en el 167 (Corea del Sur está en el puesto número 58, tres peldaños por debajo de Venezuela); Camboya (que regresa de haber navegado por un paraíso de felicidad con Pol Pot al timón) en el puesto número 174 y Angola --- que estuvo protegida y asesorada por Cuba --- en el 181 a solo nueve peldaños del último.

No dejemos que el Sr. Chávez nos venga con más mariqueras. Si quiere tanto a Cuba, que se vaya de una buena vez y nos deje quietos aquí a nosotros.

Extracto del libro

"Regresando al Mar de la Felicidad" de Robert Alonso

El Hatillo 23 de marzo de 2003

Robert Alonso robertalonso2003@cantv.net

ANGOLA

Alertas de Robert Alonso Robert Alonso

Angola tiene cierta similitud con Venezuela. Su clima es tropical, rica en minerales, con recursos como el petróleo, uranio, diamante, hierro, manganeso, cobre, fosfato, sal y - entre muchas otras cosas - madera preciosa. Angola tiene un área de 1.246.700 Km2, el área de Venezuela es de 912.050 Km2, más o menos igual, ¿no?; pero mientras Venezuela tiene unos 24 millones de habitantes, Angola no pasa - hoy en día -- de los 11 millones.

Angola, con su población de ovimbunda, mbundú, bakongo, lunda-chokwe y nganguela, era - antes de 1975 - tan alegre y desordenada como nuestros zambos, mestizos, blancos, mulatos, indígenas y negros antes de la revolución bonita del Sr. Chávez.

El 11 de noviembre de 1975, el "imperio" portugués le otorgó libertad plena a esta hermosa tierra negra y allí comenzó Cristo a padecer. aunque en honor a la verdad, ya venía padeciendo desde hacía un tiempo gracias a las intenciones maléficas de un señor muy amigo de Fidel Castro llamado Agostinho Neto, líder del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA).

La historia debería contarse como es debido, pero entonces ustedes me harán "clic" y me sacarán del "aire", así que trataré de resumir todo lo quepueda. Les prometo que el cuento será tremendamente interesante, histórico, ameno e impresionantemente estresante y aún más agobiante y terrorífico. ¡Pónganse cómodos! Un generoso trago de "güiski" -- del bueno -- no vendría mal.

El amigo Agostinho tomó la delantera y se hizo con el tambaleante y frágil poder en Angola tan pronto como los portugueses dijeron "Aquí le dejo a vosé el curotu". Claro que la historia es un poco más larga, pero no viene al caso. Lo que sí viene al caso es que inmediatamente que el Dr. Neto puso pié en Luanda -- la capital de Angola -- invitó a unos señores cubanos que se decían médicos, entrenadores deportivos, alfabetizadores, palomiteros, escobilleros y demás yerbas aromáticas que todo venezolano de hoy conoce "más bien" "que´l" carrizo, para que se instalaran en la recién independizada nación.

No faltaron los angoleños que pusieron el grito en el cielo: "¡Esto es comunismo!", decían los más zumbaos y radicales. Tampoco faltaron -- recuerdo muy bien -- los "comeflores" que inspiraron la primera constitución de Angola la cual se decretó ahí mismito, en noviembre de 1975. Pitos fueron y pitos vinieron y se alzó por allá un tal Jonas Savimbi con un movimiento propio llamado UNITA que más tarde haría coalición con otro de menor importancia llamado el FNLA. Pero no los quiero agobiar con mucha guarandinga porque me hacen "clic".

Lo importante de la historia es que en cuando los angoleños se vinieron a dar cuenta, entre constituciones y soluciones humanistas, lógicas, sensatas,coherentes y cuerdas, el amigo Neto se le coló al país en compañía de sus entonces socios, los cubiches de Castro y aquello terminó - como decimos en Cuba - como la fiesta del Guatao, es decir: en un zaperoco total que generó una de las más cruentas guerras civiles que haya conocido el continente africano.

Aquellos médicos, zapateros, entrenadores, chicharreros, matraqueros, profesores y rocoleros que Castro había enviado al hermoso y bochinchero país del África, se quitaron sus respectivos disfraces y se vistieron con el uniforme verde olivo de campaña y comenzaron a echar tiros a diestra y siniestra con los AK-47 que tenían por ahí escondidos, sabrá-Dios-dónde. Ya para entonces, claro, no había un solo negro comiendo flor. y si los había, se indigestaban en silencio y en total privacidad. Hubo un moreno, incluso, que se llegó a creer Gandhi - si mal no recuerdo se llamaba Martinho Ferreira --, muy parecido a un señor que todos conocemos aquí en Venezuela a quien cada día lo veo como que más silente.

Interesante. Hay quienes aseguran que Castro envió a Angola un contingente de 300 mil soldados. Otros son más conservadores y hablan de 100 mil. Si así fue el esfuerzo de Fidel por controlar por la vía bélica un país que representa la mitad de la población venezolana y de mucho menos importancia energética y estratégica que el nuestro, me pregunto cuántos efectivos militares estaría dispuesto a enviar a Venezuela el CASTRO-COMUNISMO INTERNACIONAL para darle apoyo a la revolución bonita cuando comiencen los tiros, los muertos y los mutilados por coñazo. Hablando con un colega de entonces me decía que ya la URSS no está para financiar a Castro, le respondí que con los 14.061 millones de dólares de nuestras reservas internacionales (incluyendo el FIEM) se podría financiar no una, diez guerras civiles. y después que "aquello" sangre.

Voy a copiar de mi libro - "Los Generales de Castro" (página 15), escrito y publicado en 1985 - para ilustrar someramente una de aquellas batallas que tuve la inmensa suerte de presenciar desde lejos: "El ocho de febrero de 1976 se libró en las afueras de Luanda una de las más sangrientas batallas entre las fuerzas gubernamentales y los insurgentes. Los resultados fueron desastrosos. La mitad de los soldados cubanos yacían muertos o heridos en el campo que rodeaba el campamento. Más de un centenar fue hecho prisionero, lo que significaba una muerte horrible que culminaba en un ritual de canibalismo horripilante."

En las barrigas de los angoleños terminaron miles de jóvenes cubanos que no pasaban -- para el momento de sus muertes -- de los 18 años; en su inmensa mayoría, de raza negra. Los cuerpos ya digeridos de aquellos muchachos tan sanos como los nuestros, abonaron aún más la tierra fértil de aquel país africano que comenzó a vivir una larga y tormentosa tragedia que todavía perdura en el tiempo y en su trágica y absurda historia, pues el MPLA - que Cuba ayudó a colocar y a atornillar en el poder - continúa gobernando hoy a Angola, aún después de la muerte del Dr. Neto, sucedido ya por su colega José Eduardo Dos Santos. Algo así como que se nos muriera "el-que-te-conté" y nos quedara - PARA SIEMPRE - el hombre de los ojos bellos. ¿Qué tal?

Castro tenía muchos oficiales de alto rango en Angola y desde ahí les echaban vaina a otros países pequeños de la región, como Namibia, por ejemplo. El oficial de mayor rango en un momento dado fue el famoso y legendario Arnaldo Ochoa, quien cuando era teniente (equivalente en nuestro ejército a teniente coronel), dirigió parte de las guerrillas venezolanas en los años sesenta y estuvo a un tris de ser apresado por mi hoy General Raúl Viso, cuando era un muchacho y se jugaba la vida por la democracia de Venezuela.

El subalterno inmediato del General Ochoa era un muy joven general camagüeyano llamado Enrique Ernesto Grillet, a quien sus hombres le llamaban -- "cariñosamente" - "El Loco Enrique". Este personaje era muy pintoresco. Como los negros de la UNITA (del lado contrario a los cubanos), tenían la maluca manía de comerse a los prisioneros, al "Loco Enrique" le dio por hacer lo mismo con los que sus hombres apresaban. Debido a que cocinar mucho la carne no es muy saludable y le quita todo el sabor, los nutrientes y la suavidad, Enrique empleaba la técnica culinaria de "vuelta-y-vuelta". Detrás de toda esta locura estaba la intención en aquel general de fortalecer el sentimiento aguerrido que se requería para batallar en aquella dantesca guerra entre hermanos, dirigida por las dos super potencias de entonces: la URSS y los Estados Unidos, con apoyo de los cubanos - por un lado - y los sudafricanos, por el otro. Había, pues, participación de la "comunidad internacional", como muy bien puede observar el lector.

Como siempre, las historias de guerra están salpicadas por la fábula, la exageración y el cuento de camino. Ésta que les acabo de narrar pudiera contener algunos de los elementos aquí enumerados. Lo cierto es que hace un año. o tal vez un poco más, el Sr. Chávez intentó sacar de Fuerte Tiuna - sin éxito -- a los agregados militares norteamericanos. Por aquellos días se oía el bochinchero acento cubano que saturaba el ambiente de ese epicentro del poder de nuestro ejército venezolano. A mis manos llegó la lista de los nombres de algunos de los asesores militares que ya Castro tenía instalados en Fuerte Tiuna ("conviviendo" descaradamente con los oficiales norteamericanos), entre ellos me llamó particularmente la atención de uno: Enrique Ernesto Grillet.

El Hatillo 22 de marzo de 2003

Robert Alonso robertalonso2003@cantv.net

ADIÓS, MONSEÑOR.

Alertas de Robert Alonso Robert Alonso

Ayer hice un alto en mis "alertas" para enterrar un pedazo de Cuba en mi corazón. Se nos fue mi monseñor, Eduardo Boza Masvidal. quien me acompañó desde niño en mis plegarias por un pronto retorno a mi casa en Cienfuegos, donde dejé los recuerdos de mi feliz infancia y la esperanza de un regreso que jamás sucedió.

Era Boza un hombre bueno, como bueno fue mi abuelo que ayer lo recibió en los cielos. Además de bueno fue valiente y por sobre todas las cosas: digno. Su cabeza solamente se inclinó ante Dios, el Todopoderoso. Sin otra arma que su cruz de lata, Monseñor Eduardo Boza Masvidal se le enfrentó a Castro desde los días en que todavía muchos cubanos gritaban "¡Viva Fidel!". Recibió maltratos físicos y la humillación de ser expulsado de la patria que lo vio nacer en un pedazo de esa tierra linda - por allá por 1915 - que lleva más de cuatro décadas llorando y clamando por libertad y verdadera justicia social.

Boza Masvidal, como le decíamos los cubanos quienes teníamos en él nuestro guía espiritual, llegó a Venezuela en 1961 con lo que llevaba puesto y uncuerpo lleno de hematomas producidas por las culatas de las armas checas de los enajenados comunistas que a punta de maltratos físicos lo montaron en el barco que lo traería a tierras de libertad. Intentaron destruir su cuerpo y no pudieron. menos su honor cubano y su valor de buen cristiano.

Con mis once años recién cumplidos, asistía con mi familia a la capilla del colegio San José de Tarbes de La Florida, donde cada domingo se congregaba el exilio cubano a la sombra de nuestro hoy desaparecido monseñor. Nunca pude entender los sermones que salían de su torcida boca pues su dicción era torpe. Se decía que Castro le había fracturado la quijada a palos y sus huesos se habían soldado sin la ayuda de ninguno de estos grandes traumatólogos cubanos de hoy - como el tristemente célebre Dr. Rodrigo "Quico" Álvarez Cambra -- quienes aseguran hacer crecer a enanos. Oíamos historias sobre Boza que pasarán a la mitología generada por nuestro drama como nación. Se comentaba que dormía en penitencia en el frío y duro suelo de la ciudad venezolana que lo adoptó, Los Teques.

Se nos fue un gran cubano, duro, valiente, digno. cristiano. Uno de los buenos. Uno que no dejó que lo doblegara el terror y prefirió la tortura y el martirio antes de claudicar y renegar de su fe. Murió bajo una nueva patria, arropado por su bandera con la estrella solitaria y sin amo. Libre como su corazón y como su alma inquebrantable, firme, recia y bondadosa.

Se nos fue mi monseñor y con él se nos fue a todos una etapa más de nuestras vidas en destierro. paz a sus restos.

Los Teques, 20 de marzo de 2003

Robert Alonso robertalonso2003@cantv.net

Visite la página del funeral de Monseñor Boza Masvidal: www.geocities.com

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