Chávez no supo quién le pidió la renunciaChávez no supo quién le pidió la renuncia.
Testimonios de una crisis Quinto Día
¿Cómo enfrentó el Presidente a los militares disidentes?Les hago menos daño afuera que aquíConsidérenme un Presidente prisionero, pero yo no firmo ni ese ni otro papel así“Monseñor Porras, perdóneme todas las barbaridades que he dicho contra usted”“No hay nada que discutir”, me dijo González González, confesó ChávezLas amenazas de bombardeo a Miraflores. ¿Ocurrió eso?El general Fuenmayor declaró que nunca manifestó eso
Los siguientes son los testimonios del presidente Chávez y otros protagonistas de la crisis del 11 de abril.
Chávez no supo quién pedía su renuncia El presidente Hugo Rafael Chávez Frías, en entrevistas con los fiscales comisionados, manifestó. –A la pregunta, ¿le mencionaron quiénes eran esas personas que exigían su renuncia?, respondió: “Era difícil, ¿sabe por qué?, porque me decía Lucas Rincón que esa era una algarabía de gente y que no se ponían de acuerdo; que había entre ellos, incluso, ya un conflicto, y que era difícil quién, pero todos asumimos que era Vásquez Velasco, el jefe de Ejército, uno de los que dirigía la acción; él era el más antiguo, todos estaban manifestando contra el Gobierno...”. –A la pregunta, ¿le mencionó el general Lucas Rincón algún nombre de las personas que estaban presionando?, respondió: “No, entiendo que todo ese grupo que estaba allá, como 40 generales, almirantes... (...) Bueno, fíjense entonces, es allí cuando en ese marco de cosas, cuando Lucas hace su aparición, incluso yo le dije que la renuncia mía es la de él y la del Alto Mando...”.
¡Vale!, así no Siguió narrando el Presidente en su declaración que llegaron los generales Damián Bustillo, Camacho Kairuz, uno del Ejército llamado Narváez y otros más. “Bueno, recuerdo que llegan. Entonces, permito que pasen los generales que se habían manifestado contra el Gobierno: el general Damián Bustillo, el general Camacho Kairuz, estos dos de la Guardia Nacional, uno del Ejército llamado Narváez y otros más, recuerdo que eran tres; ellos vinieron a decirme con mucho respeto: ‘Usted es el presidente de la República, nosotros queremos respetarle su investidura y queremos facilitar esto, pero allá en Fuerte Tiuna, hay una cosa de conflicto, unos que sí, unos que no’. Incluso, ellos venían con la idea de que yo aceptara ir en un helicóptero a Maiquetía. Yo les contesto: no vale, de esa manera no. Yo quiero que ustedes se pongan de acuerdo. Yo no puedo irme del país como si nada (...) No hubo forma de convencer a nadie, así que ellos vuelven a llamar y dicen que no hay condiciones, que si en diez minutos yo no salía de allí para allá, tenían una columna de tanques ya listos para bombardear el Palacio (...) ... Dicen que ‘ellos vuelven a llamar’, pero sin decir quiénes son. Desde luego que no pueden ser los antes nombrados, pues ‘ellos’ afirman que tenían una columna de tanques”. Siguió contando que salieron de Palacio a las 4:00 de la mañana, pero resulta que desde hora y media antes ya el pueblo venezolano y la comunidad internacional, estaban convencidos de que en Venezuela el Presidente había renunciado y no se explicaba cómo se presiona para que renuncie a quien ya lo hizo. Continúa: “... Y es así como salimos de aquí, creo que a las 4:00 de la mañana, para ir a Fuerte Tiuna (...). Conmigo van los conductores de aquí. Íbamos en caravana. Iba el general Rosendo en la parte delantera, el general Hurtado a mi derecha, yo en el centro y el mayor Suárez Chaurio, mi escolta personal, en la parte izquierda. Yo iba uniformado (...) ahí estaban muchos generales, almirantes y los obispos Baltasar Porras y Azuaje (...). El general tomó la palabra una vez que yo me siento, es el general de Cavim, Fuenmayor León; entiendo que lo designaron y hace una exposición y me dice: ‘Bueno, señor Presidente, lo hemos llamado’, fue respetuoso de verdad, ‘para que usted firme aquí la renuncia’. Y me vuelven a poner la misma hoja. Yo ni la leí, vi que la pusieron ahí y me dicen: ‘Bueno, es lo más conveniente para el país, le agradecemos su gesto’, ¡qué sé yo!, todas esas cosas, entonces yo le contesté: ‘Mira, Fuenmayor’, y le hablé a todos, recuerdo que le hablé a todos, ‘yo en esas condiciones no voy a renunciar a la Presidencia”. Se refiere al general Fuenmayor y además repite que fue respetuoso, lo cual aparte de no ser imputado, este general aleja la idea de la coacción. “... Así que ni siquiera me pongan esta hoja aquí. Yo les voy a repetir –y les repetí las condiciones, una, dos, tres, cuatro-, si me quieren oír y empecé a darles más orientaciones. Tengan mucho cuidado con lo que va a pasar: aquí hay un pueblo, una Constitución, unos oficiales, tengan mucho cuidado, manejemos bien esta situación. Yo estoy diciéndoles eso y recuerdo que me interrumpen de una manera altanera. Es el general González González (...), quien me dice: ‘No, aquí no hemos venido a discutir nada...’. Agregó que se quedó con los obispos Baltasar Porras y Azuaje y el general Vietri Viteri. Que pasó un tiempo y volvieron a insistir. ‘Ahí está la renuncia, usted tiene que firmar la renuncia...’. Y manifestó que tomó la palabra un general de división de la Guardia Nacional, no recordó su nombre, para decir: ‘Nosotros no podemos aceptar que él se vaya del país, porque, ¿cómo le vamos a explicar al pueblo después, por permitirnos que se fuera un asesino, o quien produjo todas estas muertes..?’. Luego de transcurrido un tiempo, “ellos entran”, como les decía, “me presionan un poco más, me habla ya este general de la Guardia Nacional, quien prácticamente me estaba enjuiciando: tiene que ir preso por este genocidio, por toda esa sangre. Si es así háganlo, soy el Presidente prisionero. No se olviden: tienen preso al presidente de la República; no se olviden, yo no voy a firmar esa renuncia (...) agarraron la hoja y señaló uno:;’Bueno, eso no importa, que no firme nada...’”. (Folio 432 al 438 del expediente pieza N° 2). (Resaltados de la Sala)