Adamant: Hardest metal
Friday, April 11, 2003

CIEN PRIMEROS DÍAS DEL GOBIERNO DE LULA

Lula quiebra todos los pronósticos apocalípticos sobre su gestión económica en Brasil. El presidente muestra su optimismo al reiterar que pretende "construir un país de crecimiento económico, de empleo y distribución de la renta"

<a href=www.estrelladigital.es>Estrella Digital Omar Lugo Río de Janeiro     
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, cumple hoy sus primeros cien días de gestión con logros que han contrariado los pronósticos apocalípticos sobre el curso de la economía del país bajo su mandato. Lula asumió el poder el 1 de enero, tras ganar abrumadoramente las elecciones con promesas de mejorar la distribución de la renta y reducir las abismales brechas sociales.

Optimista, ahora ha reiterado que su propósito es "construir un Brasil de crecimiento económico, generación de empleo y distribución de la renta". Estos son los principales enunciados de la fuerza política que lidera, el Partido de los Trabajadores (PT), que según los analistas se ha movido al centro. El mayor temor era que el país sufriera un colapso económico y se transformara en una Argentina o en una Venezuela. "Brasil no se transformó en esos países y aunque el gobierno fuera el peor posible, Brasil jamás llegaría a ser una Argentina", afirmó Lula. Los pronósticos de adversarios políticos y financieros eran tan sombríos que la sola estabilización de los grandes indicadores económicos ya es todo un logro para un gobierno que se ha basado en la continuidad, según especialistas. "El Gobierno está siendo comparado con la oveja Dolly: clonó al de (el ex presidente) Fernando Henrique Cardoso y con apenas 100 días ya da señales de envejecimiento precoz", según el columnista político Expedito Filho. Saliendo al paso a las críticas, el ministro de la Casa Civil, José Dirceu, recordó que el plan oficial es de largo plazo. "Hicimos lo que debíamos y no tenemos vergüenza de haberlo hecho", dijo Dirceu, un articulador del gobierno de Lula. En el fragor de los últimos días de campaña electoral se agravó la crisis económica en Brasil y el indicador que mide el riesgo de invertir en el país alcanzó los 2.400 puntos. Este índice de desconfianza internacional era uno de los más altos del mundo. Se traducía en cobros para Brasil de tasas de interés del 24 por ciento por encima de lo que pagan los papeles del Tesoro estadounidense. Cuando asumió el Gobierno, cerca de 20.000 millones de dólares en líneas de crédito para el país estaban cerrados y la depreciación del real acumuló un 52 por ciento, hasta casi cuatro reales por dólar. "El Gobierno no sólo evitó la profundización de la crisis, sino que revirtió la tendencia negativa de los indicadores económicos", señaló el presidente del PT, José Genoino. Esta opinión ha sido compartida por el Fondo Monetario Internacional y por agencias calificadoras de riesgo. El real se revaloriza En estos 100 días, el real se ha revalorizado en cerca del 10 por ciento y la cotización se mantiene en torno a 3,20 reales por dólar. El riesgo país cayó a menos de 1.000 puntos y se reabrieron los créditos. Para el economista Edward Amadeo, "la economía ha ido entrando en una situación de normalidad" y las anclas fiscales y monetarias "han sido mucho más sólidas de lo que se esperaba". "Estas políticas han sido conducidas con prudencia y han apartado las visiones más pesimistas", dijo a EFE Amadeo, que fue ministro del Trabajo y director de Hacienda del pasado gobierno de Cardoso. Lula logró un apoyo abrumador en el Congreso para una reforma constitucional clave del sistema financiero. Este pragmatismo político elevó la confianza en la capacidad de un gobierno que se ha entendido con la derecha y el centro. Pero el ministro de Hacienda, Antonio Palocci, advirtió que esto es sólo el comienzo. "Es necesario tener claro que no estamos con las cosas arregladas, estamos en curso de arreglarlas", dijo. Según expertos, la economía sigue siendo frágil y sujeta a vaivenes internacionales. Por delante quedan las más trascendentales reformas de los sistemas de previsión social, tributario y laboral. Hasta ahora el mayor costo de la estabilidad ha sido posponer la promesa electoral de Lula de reducir las tasas de interés para estimular la inversión y el crecimiento económico. Hoy la tasa mínima es del 26,5 por ciento anual, la más alta en años. En su "remedio amargo", como lo llamó Lula, también apretó la tuerca fiscal para ampliar el ahorro destinado a pagar deuda. A cambio de la relativa estabilidad y de haber sedado al demonio de la inflación que, según el propio Gobierno, sigue amenazante, el país tendrá este año un magro crecimiento de menos del 2,0 por ciento del PIB, similar al de los ultimos años.

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