Todo es Mierda - por Robert Alonso G12
Alertas de Robert Alonso Robert Alonso
TODO ES MIERDA
La mayoría de mis primos jamás había probado un Alka Seltzer --- por decir algo ---cuando fue en Cuba, exagerando ahora, donde se inventó el Alka Seltzer. Los tabacos marca “Montecristo” que compré para llevárselos a mi suegro en Caracas, se los di a mis primos camagüeyanos, no porque ellos fumen tabaco y menos “Montecristos”, sino porque se los venden a los turistas y con eso obtienen dólares, que es la “moneda nacional” de la nueva Cuba de Castro y de los europeos.
Hablé de mi difunta madre, fallecida en la cárcel de mujeres de Santa Clara. Hablamos de ella como si nada hubiera pasado. Quería saber cómo era de niña, cómo conoció a papá. Quería saber, también, dónde estaba enterrada. Sabía que en Camagüey había un mausoleo de la familia Díaz. Tal vez podría llevarle algunas flores... no sé, jamás he podido visitar a mis muertos. Nadie sabe dónde yace su cuerpo. Dolorosamente me enteré que los comunistas jamás le entregaron el cadáver a Papá. Me reconforté pensando que la Biblia tiene la razón, que somos polvo y en polvo nos convertiremos. Qué importancia tiene dónde están sus restos... o lo que quede de ellos luego de varias décadas de fallecida.
Mis primas camagüeyanas se empeñaron en invitarme a comer unas pizzas en una pizzería de moda en el centro de Camagüey. Todo el camino hablaron de las pizzas. Cuando llegamos al restaurante había una cola en donde mis primas se pararon, “por defecto”, con mucho estoicismo “revolucionario”, sin protestar ni quejarse. Las colas en Cuba son también cotidianas. Es lo normal. Fidel dice que la “Revolución” trabaja arduamente para que los cubanos no tengan que hacer más colas, como si eso fuese un logro que la “Revolución” obtendrá para Cuba, sin embargo, ya nadie parece recordar que en Cuba, antes de la “Revolución”, jamás se hizo cola para nada y que fue – precisamente – la “Revolución” el génesis de las infernales colas de mil demonios que se hacen en la isla para cualquier cosa. A nadie le importa tampoco recordar que el cubano no salía de su patria ni para hacer turismo.
Mientras estábamos parados en la cola, pasaban los turistas por nuestro lado y se sentaban en las mesas vacías. Eso es lo normal, lo “revolucionario”. Los cubanos hacen colas, los turistas no. Fidel dice que hay que dar el ejemplo. La realidad, según yo lo pensé, es que no hay otra alternativa, a menos que uno quiera que lo echen a patadas de la pizzería por “coleársele” a un turista que llegó después, mucho después que un cubano.
Las pizzas resultaron ser como de plástico, increíblemente malas. Algo así como las que uno come en el “timbiriche” Crema Paraíso, en Caracas, pero mucho, muchísimo, peor. El jamón que se les pone a estas pizzas es enlatado, tipo “jamón del diablo”, ya con eso creo decirlo todo. Por supuesto que las alabé ante mis primas para no herir sus sentimientos, pero eran poco menos que incomibles.
Sin embargo, lo peor de la velada no fueron las pizzas sino la humillación de sentirme un cubano de cuarta categoría en mi propio país y peor aún fue ver cómo mi familia --- y todo un pueblo --- acepta ese “karma colectivo” con la más absoluta normalidad. La resignación, en la Cuba de hoy, es crónica.
Todos mis primos pertenecen al Partido Comunista, pero sueñan con vivir en Miami, como si Miami fuese un paraíso terrenal. Pertenecer al “Partido” en Cuba es como hacer cola para comprar pizzas. Algo normal. Si no se pertenece al “Partido” no se puede – entre otras cosas -- ingresar a la universidad. Todos pertenecen al “Partido”, pero por alguna razón perversa piensan que es un privilegio que hay que ganárselo. Todos, al final, son privilegiados y como “premio”, tienen que hacer trabajos comunitarios tremendamente improductivos que no benefician a nadie ni a nada. Van a cortar caña los fines de semana, pero no cortan nada porque “echan el carro” (tiran majá) parejo y así me lo dijeron los primos con picardía. Recogen patilla (melón de agua), por ejemplo, y la patilla se pudre al sol, porque no la llevan al centro de acopio correspondiente. Lo importante no es producir para la “Revolución”, lo que importa es que a uno lo anoten como que asistió a la “labor comunitaria”.
Hace años me llegó una poesía popular titulada “Todo es Mierda”, escrita en la Cuba de Fidel que ahora y ante aquellas pizzas “revolucionarias” y los cuentos de mis primos, penetró mis recuerdos:
Todo es mierda en la tierra en que nacimos.
De mierda somos y a la mierda vamos.
Mierda es el comunismo que vivimos,
Y en esta mierda todos nos cagamos...
Es mierda la ilusión que nos hacemos,
de poder aplastar a nuestros amos.
Mierda es la poca mierda que comemos,
como mierda es también la que tomamos...
Mierda es la radio: ¡cómo dicen mierda
estos mierdas que en Cuba nos gastamos!
Es la mierda más grande que recuerda,
esta historia de mierda que forjamos...
Mierda es la libertad que prometieron,
los barbudos de mierda que se alzaron.
Luego a Rusia por mierda nos vendieron,
y los rusos con mierda nos compraron.
Mierda son los que siguen aclamando,
a esa mierda que sólo es un pillastro,
el mismo mierda en que estás tú pensando,
el más mierda de todos: ¡Fidel Castro!
Encuentro con “Paquito” y sus primos de Camagüey, Cuba
Extracto del libro de Robert Alonso “REGRESANDO AL MAR DE LA FECILIDAD”
El Hatillo, 5 de Abril de 2003 robertalonso2003@cantv.net
Nota explicativa: “Paquito” es un cubano que luego de 40 años de ausencia, la mayoría de ellos viviendo en su exilio en Venezuela, decidió regresar a Cuba como “turista”. A su regreso, luego de 15 días en ese “mar de felicidad”, me contactó para que escribiera las experiencias vividas durante su corta visita a la tierra que lo vio nacer.