Último artículo escrito por Janet Kelly en El Nacional: Barricadas
Por Janet Kelly 13 de marzo de 2003
Hace unos años durante la profunda recesión y crisis financiera de los noventa, mi colega Asdrúbal Baptista opinó que, si bien estábamos en un punto muy bajo, no se podía decir necesariamente que habíamos "tocado fondo". Los países siempre pueden caer más; no hay fondo. Jamás hubiera pensado en 1994 que, casi diez años después, tendría que hacer un desvío en la Avenida Libertador porque una barricada estaría bloqueando el acceso a la zona cerca de la sede de Pdvsa en La Campiña. Esta barricada está construida de piedras y desechos varios, como un símbolo de la absoluta desintegración y división de la sociedad venezolana de hoy. Como protección para nuestra otrora gran empresa petrolera, ahora tenemos improvisión y la amenaza de violencia. El sistema entero está trancado con muchas barricadas, difíciles de desmontar, poderosas y destructivas en sus efectos.
Los venezolanos están dándose cuenta de que la tarea de reconstrucción será larga. En su último programa dominical, el presidente Chávez se refirió a "la miseria humana concentrada en la Plaza Altamira". Ojalá que Altamira fuera el único foco de miseria, porque sería fácil resolver el problema. Pero la miseria se ha instalado en los alrededores de Pdvsa, en las plazas de Caracas, en las empresas, en las universidades, en la administración pública y en los hogares venezolanos. En cuatro años, la mayoría de los venezolanos han ido perdiendo la esperanza.
La desesperanza crea barricadas también en las mentes de las personas, porque, con cada día que avanza, parece más lejos la posibilidad de desmontar lo hecho. Hay una tentación a tirar la toalla: irse no es un opción para la gente en general. Desgraciadamente, algunos están concluyendo que lo único que queda es encogerse, pasar agachado y tratar de sobrevivir. En el oficialismo, se verían estos pensamientos oscuros con desprecio, como los lamentos de los desplazados que no se conforman con el futuro bonito propuesto por la "revolución". Pero de esta revolución tal como está concebida no saldrá ningún futuro mejor, como evidencia cualquier paseo por las calles y carreteras del país. No se puede construir la prosperidad sobre la base de buhoneros y conuqueros con modelos dignos de Pol Pot. La miseria está en todas partes, pero Venezuela no tiene que ser así. Tiene que buscar, para todos, modernidad
El país democrático reconoce también que no se puede remplazar un proyecto impuesto sin el consentimiento de la mayoría por otro que no haya ganado la legitimidad por la vía electoral. Ya es evidente que el gobierno perdió hace tiempo su mayoría y que el apoyo que todavía tiene viene de los pocos beneficiados del régimen actual y de quienes temen un regreso a un pasado que no les concedió oportunidades. Por eso es tan importante que la oposición ofrezca futuro, y no una reedición del modelo anterior. Muchas grupos están haciendo un esfuerzo para diseñar ese futuro, como evidencian los documentos que se están presentando en estos días. Es importante seguir en la vía electoral, para que todo quede cristalino en cuanto a lo que quiere el pueblo.
La posibilidad de elecciones luce lejano y los avances de la Mesa de Negociación y del Grupo de Amigos se parecen a un baile a paso lento. Hay muchos que creen firmemente que el régimen podrá utilizar su poder gubernamental para trancar el juego, ganar tiempo, cansar a sus opositores y mantenerse en el poder. Esta actitud es otra barricada contra la acción y la organización. En particular, la Coordinadora Democrática, actualmente en un proceso conflictivo de repensamiento de su estrategia, tiene que reconocer que la organización necesaria es una organización electoral capaz de aprovechar las estructuras existentes de sus varios componentes en una red eficiente de movilización. La ley favorece la oposición en cuanto a la claridad del proceso venidero: un referendo revocatorio en el cual todos los votantes puedan expresar su voz. Los amigos de afuera podrán velar por la pulcritud del proceso. Podrán condenar a un gobierno que salga de las reglas. Pero sólo los venezolanos están llamados a forjar una poderosa coalición de voluntades para escoger el camino del futuro.
Hay barricadas en la calle que hay que desmontar. También hay barricadas en el pensamiento que tienen que ser tumbadas rápidamente para facilitar el tipo de acción, planificación y organización necesaria para los meses venideros.