ADIÓS, MONSEÑOR.
Alertas de Robert Alonso Robert Alonso
Ayer hice un alto en mis "alertas" para enterrar un pedazo de Cuba en mi corazón. Se nos fue mi monseñor, Eduardo Boza Masvidal. quien me acompañó desde niño en mis plegarias por un pronto retorno a mi casa en Cienfuegos, donde dejé los recuerdos de mi feliz infancia y la esperanza de un regreso que jamás sucedió.
Era Boza un hombre bueno, como bueno fue mi abuelo que ayer lo recibió en los cielos. Además de bueno fue valiente y por sobre todas las cosas: digno. Su cabeza solamente se inclinó ante Dios, el Todopoderoso. Sin otra arma que su cruz de lata, Monseñor Eduardo Boza Masvidal se le enfrentó a Castro desde los días en que todavía muchos cubanos gritaban "¡Viva Fidel!". Recibió maltratos físicos y la humillación de ser expulsado de la patria que lo vio nacer en un pedazo de esa tierra linda - por allá por 1915 - que lleva más de cuatro décadas llorando y clamando por libertad y verdadera justicia social.
Boza Masvidal, como le decíamos los cubanos quienes teníamos en él nuestro guía espiritual, llegó a Venezuela en 1961 con lo que llevaba puesto y uncuerpo lleno de hematomas producidas por las culatas de las armas checas de los enajenados comunistas que a punta de maltratos físicos lo montaron en el barco que lo traería a tierras de libertad. Intentaron destruir su cuerpo y no pudieron. menos su honor cubano y su valor de buen cristiano.
Con mis once años recién cumplidos, asistía con mi familia a la capilla del colegio San José de Tarbes de La Florida, donde cada domingo se congregaba el exilio cubano a la sombra de nuestro hoy desaparecido monseñor. Nunca pude entender los sermones que salían de su torcida boca pues su dicción era torpe. Se decía que Castro le había fracturado la quijada a palos y sus huesos se habían soldado sin la ayuda de ninguno de estos grandes traumatólogos cubanos de hoy - como el tristemente célebre Dr. Rodrigo "Quico" Álvarez Cambra -- quienes aseguran hacer crecer a enanos. Oíamos historias sobre Boza que pasarán a la mitología generada por nuestro drama como nación. Se comentaba que dormía en penitencia en el frío y duro suelo de la ciudad venezolana que lo adoptó, Los Teques.
Se nos fue un gran cubano, duro, valiente, digno. cristiano. Uno de los buenos. Uno que no dejó que lo doblegara el terror y prefirió la tortura y el martirio antes de claudicar y renegar de su fe. Murió bajo una nueva patria, arropado por su bandera con la estrella solitaria y sin amo. Libre como su corazón y como su alma inquebrantable, firme, recia y bondadosa.
Se nos fue mi monseñor y con él se nos fue a todos una etapa más de nuestras vidas en destierro. paz a sus restos.
Los Teques, 20 de marzo de 2003
Robert Alonso robertalonso2003@cantv.net
Visite la página del funeral de Monseñor Boza Masvidal: www.geocities.com