VenEconomy's Point of View 28/02/2003 - El gobierno peca de optimista
Los representantes del gobierno parecen no inmutarse ante la crítica realidad económica del país. Ningún ser pensante puede prever una caída en el Producto Interno Bruto de sólo 2% para este año, si durante 2002 el decrecimiento fue de 8,9% con niveles de producción petrolera de 3,3 millones de b/d y un promedio de $22,18 por barril. Es prácticamente imposible que con una capacidad de producción significativamente disminuida y una profundización de la recesión consecuencia del paro nacional, de la destrucción de PDVSA, de la imposición de controles de precios y de cambio y del deterioro del clima político, la caída del PIB pueda ser de apenas 2% como lo estima Felipe Pérez, ministro de Planificación. Existe casi un consenso entre los expertos del sector privado en que la contracción económica no será menor a 15%, lo que representaría el peor comportamiento desde que se llevan estadísticas. Si para los representantes del gobierno es difícil admitir la realidad, parece que lo es más ponerse de acuerdo en torno a las cifras. Mientras Felipe Pérez sólo reconoce un decrecimiento de 2,07%, Tobías Nóbrega, ministro de Finanzas, piensa que no habrá ni crecimiento ni contracción, es decir, cero crecimiento. Lo que no se explica es que si los ministros piensan así, por qué en el presupuesto de la nación se estipula un crecimiento de 3,7%. La situación de las finanzas públicas luce terriblemente comprometida. Mientras que los ingresos petroleros han mermado de manera importante, la recaudación fiscal también se ha reducido como consecuencia de la crisis. El monto de la deuda interna alcanzó el récord de Bs.14,4 billones al cierre de 2002, tras ubicarse en Bs.2,3 billones al cierre de 1998. Incluso se duplicó en términos de dólares. Cuando el ministro encargado de Finanzas, Jesús Bermúdez, reconoció el año pasado en una interpelación en la Asamblea Nacional que el gobierno se había financiado en bolívares porque sabían que la devaluación de la moneda venía en camino, nunca imaginó que la principal fuente de ingresos del país sería desmantelada. Hoy en día, ni el beneficio de una devaluación contribuirá a reducir el enorme peso de la deuda interna. De hecho, ya hacia finales del año pasado y ante la imposibilidad de honrar sus compromisos, el gobierno se vio obligado a refinanciar deuda con la banca nacional. De seguir complicándose el entorno político y económico, Venezuela podría –incluso– verse imposibilitada para cumplir con sus obligaciones del servicio de la deuda pública.