Cuba (veanse en el reflejo)
From: To: Subject: Date: Sun, 16 Feb 2003 22:43:13 -0300
La ofensiva estatal aumenta las carencias CLAUDIA M.LINARES / Cuba Net LA HABANA
Son las ocho de la mañana. Algunos vecinos esperan para comprar el panecillo diario. El comentario de todos es que nadie está vendiendo nada.
Desde que comenzó la ofensiva contra la droga y ''otros comportamientos ilícitos", quienes vendían alimentos ilegalmente se declararon parados'' hasta que
pase la cosa".
Nadie se atreve a guardar en sus hogares artículos como aceite, arroz, frijoles, leche en polvo en cantidades que puedan despertar sospechas, pues la policía está multando y confiscando mercancías a los que comercien sin licencia.
Todos desconfían de los desconocidos. Si alguien toca a la puerta de Juan para preguntar si tiene café, éste le responde rápido y tembloroso: ``No, señor, aquí no se vende nada".
Nadie sabe si la próxima redada policial será contra su vecino más cercano, conocido como el ''maceta'' del barrio, pues anda en moto y toma cerveza Bucanero todos los días.
En los comités de cada cuadra han anunciado la reactivación del ``Plan Maceta", el cual se llevó a cabo a mediados de los años noventa contra aquellos que se acusó de enriquecerse ilícitamente.
La carnicería está desierta. Hace un mes que vendieron seis huevos por persona, y el bodeguero sólo posee los sacos de arroz y las libras de azúcar que le corresponden. El bodeguero y el carnicero conversan sentados en el quicio de la acera mientras saludan y le hacen una seña a los vecinos de que ''la cosa está mala'' y todo el mundo está ``quieto en base". Desde el viejo que vende cigarrillos y cajas de fósforos robadas de la fábrica, hasta la joven que vendía almohadillas sanitarias, también robadas, por supuesto.
La doctora que antes salía a vender pasteles hechos ``por detrás del tapete", ahora está esperando que el tiempo pase. A lo mejor las redadas policiales terminan pronto y ella puede seguir buscándose unos pesos de más para alimentar a sus dos hijos.
Yoyi, la peluquera que le corta y tiñe el cabello a las mujeres del barrio, está desesperada. Hace más de veinte días que no puede trabajar, pues no tiene licencia, y ya en su cuadra han realizado dos operativos contra cuentapropistas ilegales.
A Mario le confiscaron los instrumentos de su carpintería y le impusieron 1,500 pesos de multa por arreglar muebles sin licencia.
Había burlado la ley gracias a que sobornaba a los inspectores estatales.
La cocinera del restaurante de la esquina ya no vende ilegalmente pollo ni bistéc, pues su jefe le advirtió que sólo tenía la cantidad justa.
Ahora, con esto de los operativos policiales, los jefes se guían por la norma y lo que está establecido.
Los responsables de Vigilancia de los Comités de Defensa de la Revolución se encargan de informar acerca de los que viven en cada cuadra con un nivel por encima de la media. María, que antes le aseguraba a la gente del barrio el jabón de lavar y el baño, en moneda nacional, ahora tiene miedo.