Carta de Jose Vicente Rangel a Chávez
Para: Hugo Rafael Chávez Frías De: José Vicente Rangel- Vicepresidente Asunto: Normalidad del país
Ciudadano Presidente:
La situación sigue completamente normal. Parece, según me han informado, que hay un pequeño paro sin importancia desde hace 17 días, convocado -entre otros- por el de la CTV y el otro carajo, el de pelito blanco.
Cuatro o cinco empleados de Pdvsa insisten en no ir a las oficinas, entre ellos Juan Fernández. Le dije a Alí Rodríguez que hiciéramos una asamblea de empleados de Pdvsa en el Eurobuilding y allí todos los empleados les gritaron "¡fuera!, ¡fuera!, ¡fuera!", así que los mandamos a botar y todo está en orden nuevamente.
Para mayor resguardo de las instalaciones de La Campiña, algunos voluntarios pacifistas se han ofrecido a cuidar el edificio y los alrededores (adjunto facturas de Urbilicores por gastos varios).
En Maracaibo, el carguero Pilín León está anclado en el canal de navegación.
Se detuvo y el capitán dice que no se mueve de allí hasta que usted renuncie.
Investigamos si se trataba de un acto de protesta o de una jodedera del capitán, adelantándose al día de los inocentes.
Luego de dos semanas anclado, comenzamos a sospechar que la vaina iba en serio y decidimos colocar una nueva tripulación.
Lamentablemente, el buque se quedó sin batería, porque se le sulfató un borne. Mandamos una lancha de la Guardia Nacional a auxiliarlo pero no tenía cables. Solucionado el problema de la batería (adjunto recibo de Duncan), el buque arrancó, pero no se le pudo dar retroceso porque el capitán que pusimos no sabía cuál era la parte de adelante ni la parte de atrás del barco.
Tomamos una decisión drástica y trajimos especialistas cubanos, ingenieros de la industria de la caña de azúcar, pero por accidente cortaron los cables de las computadoras con los machetes. Bajamos a los cubanos del barco, pero no hemos podido convencerlos de que regresen a Cuba. El caso es que tuvimos que buscar gente en la India. Llegaron con sus turbantes y trataron de mover la nave, pero un gordo maracucho se colgó del ancla (¡qué vergatarios son los maracuchos!) y no hubo manera de levarla.
Cuando logramos convencer al gordito de que soltara el ancla, los hindúes se bajaron arrechos porque abrieron la nevera del barco y lo que había era pura carne. Decidimos al final dejar el barco quieto, porque puede convertirse en una atracción turística. De hecho, ya están llegando muchas lanchas.
Me dicen que se unieron a la protesta Maritza Sayalero, Bárbara Palacios y Susana Duijm. Ya hablamos con Osmel Souza y tenemos la situación enteramente controlada. El suministro de gasolina en el país es completamente normal, todos los tanques están llenos; solo el del Pilín León tiene 44 millones de litros. Algunos buques más se han unido a la protesta, pero se trata de una minoría, menos de 1% de los barcos del mundo. En Altamira se concentran los golpistas.
Le explico qué es un golpista: un militar que vuelve sus armas para tratar de sacar a un gobierno electo por votación popular (no sé si le suena).
Éstos están apoyados por civiles armados que confiesan querer sacarlo del poder con el arma del voto. Pedro Carreño alerta de posible magnicidio a través de la televisión.
Por razones de seguridad le recomendamos que solo vea el canal 8. Lamentablemente el fiscal no actúa pues, como se sabe, está completamente parcializado a favor de la oposición, al igual que el defensor del pueblo.
Algunas personas han salido a las calles: la familia de Carlos Fernández, la de Carlos Ortega, un grupito que sigue a Elías y dos o tres más.
Diosdado dice que frente al distribuidor de Altamira se concentraron más de 2.500 personas, pero ya sabe usted cómo es de exagerado Diosdado. Los cacerolazos que hemos convocado para las 10 de la noche son todo un éxito. La gente está tan resteada con nosotros que los comienza desde las ocho.
La normalidad del país se mantiene y el pueblo, como un solo hombre, sigue a su lado. La gente va afirmando sus convicciones revolucionarias: Ha dejado de comprar en los centros comerciales de la oligarquía y está dispuesta a no celebrar la Navidad, esa odiosa fiesta de la globalización. Con decirle que hasta el tráfico ha mejorado.
Sin más, quedo de usted, incondicionalmente,
José Vicente Rangel Santiago 18 de diciembre de 2002
Laureno Marquez