Adamant: Hardest metal
Monday, June 16, 2003

¡AHORA SÍ!

Cuando era niño, el grueso del destierro cubano en Caracas vivía en la urbanización San Bernardino -- un sector que le hacía recordar a nuestros padres “el barrio” habanero de El Vedado -- donde apenas unos años atrás, entonces, vivieron algunos de los miembros más destacados del régimen perezjimenista.

Frente a la hoy desaparecida “Plaza La Estrella” (de San Bernardino) había un edificio donde vivía Jesús “Chucho” Vital, un cienfueguero – recientemente fallecido en Miami – a quien el exilio cubano caraqueño le llamaba cariñosamente con el mote de “Coramina”, o más familiarmente: “Cora”.

En el apartamento del “Cora” nos reuníamos todos los sábados a degustar un arroz-con-pollo “a la chorrera” que se cocinaba cortesía del aporte económico de paisanos como Manolo Gómez, José Pérez “Chacho” Santander, Ivo Suárez, Isidro Castiñeyra, “El Guaca”, mis padres y unos cuantos cubanos más que se fueron perdiendo en la historia de este triste, largo, injusto, inútil y tormentoso destierro.

Jesús Vital se ganó el remoquete de “Coramina” gracias a su entusiasmo y optimismo ante la desgracia que producía en nosotros el haber tenido que dejarlo todo atrás para rehacer nuestras vidas en una tierra ajena, que aunque generosa y noble, no era la nuestra.  Había entonces una droga que lo curaba todo, hasta la depresión más aguda, llamada “Coramina”.  El efecto que “Chucho” Vital producía en los cienfuegueros desterrados era como aquella medicina que servía para todo y en especial, para levantar el ánimo ante el ataque desmesurado de éste o aquel virus.

Era Don Jesús un hombre austero con alma de banquero.  Solía asegurarnos a todos que “los americanos” no eran estúpidos y por ende, nunca dejarían que Castro se afianzara en el poder.  Jamás olvidaré como a mis doce años llegaba al apartamento de la familia Vital con mi tocadiscos portátil de cajón y los discos de la Billo, Los Melódicos y uno muy popular entre nosotros donde se incluían canciones que cantaba Fernando Albuerne, como “Cuando Salí de Cuba”, “Virgencita del Valle de Venezuela” y “El Son se fue de Cuba”.  También recuerdo un disco cargado de puntos guajiros cantados magistralmente por el hoy también fallecido Guillermo Portabales, como “El Carretero”, “Lamento Cubano”, “Al Vaivén de mi Carreta”, “Junto al Palmar del Bajío”, “El Amor de mi Bohío”, “La Sitiera”… y mi favorito: “Entrada al Silencio”, entre muchas otras canciones que nos transportaban al Cienfuegos que habíamos dejado atrás hacía apenas unos meses que parecían siglos.

“¡Ahora sí!”, solía gritar eufóricamente “Coramina” al tiempo que nos abría la puerta de su pequeño apartamento.  Si Cuba sufría un huracán, eso era para “El Cora” un signo inconfundible que a Castro le quedaba horas de vida… tal vez días.  A cada fracaso de la “contra-revolución” (que fueron muchos), “Coramina” le encontraba un “lado positivo”.  Era en su casa donde oíamos “La Voz de las Américas”, que se transmitía en onda corta y en español desde Washington y fue en su casa donde nos instalamos todos en los últimos días del mes de octubre de 1962, seguros de que el “¡Ahora sí!” de “Chucho” Vital se haría realidad en medio de la peor crisis que la humanidad había conocido, la cual pasó a la historia con el nombre de “La Crisis de Octubre” o “La Crisis de los Misiles”, que colocó al mundo al borde de un inimaginable desastre nuclear gracias a los misiles atómicos que Castro instaló en Cuba con la ayuda de los soviéticos, con los cuales pudo haber desaparecido del mapa a todas y cada una de las ciudades norteamericanas con la excepción de Seattle, en el extremo noroeste de EE.UU., la cual se escapaba del alcance misilístico castro-soviético.

Terminaré esta historia que podría ser extremadamente larga resumiendo en espacio y en dolor. 

En 1979 llegó al poder Luis Herrera Campins, un socialcristiano miembro del partido COPEI.  Entre sus filas se encontraba un dirigente albino que llevaba el nombre de Abdón Vivas Terán quien hablaba de una “cosa” llamada la “Propiedad Comunitaria”.   Al día siguiente del triunfo de Herrera Campins, nuestro amigo Jesús “Coramina” Vital -- junto a un grueso número de cubanos exiliados en Venezuela -- decidió abandonar abruptamente el país rumbo a los Estados Unidos de Norte América.  Jamás regresó ni de visita.  Le cogió miedo – al igual que muchos de nuestros compatriotas -- a la famosa “Propiedad Comunitaria” y al “socialcristianismo”.   “¡Perro macho lo capan una vez!”, dijo finalmente “Chucho” antes de montarse en el avión que desde Maiquetía lo llevó para siempre a Miami.  Había aguantado en Venezuela 18 años de estéril optimismo.

Hoy, 42 años después de haber salido de Cuba, mi familia y yo nos encontramos todavía en Venezuela.  No nos queremos ir.  Mi padre ya se compró el hueco donde quieren que lo entierren, con la única condición que parte de sus restos – no todo – sea trasladado a la Perla del Sur, su Cienfuegos querido, cuando Cuba sea libre.  “Coramina” ya no existe más que en nuestros recuerdos, corazones… y en crónicas como ésta que hoy les regalo a mis lectores a modo de “alerta”. 

Mientras en Venezuela los nuevos “coraminas” intentan impresionar a la “Comunidad Internacional” para que tumben – o nos ayuden a tumbar – al régimen CASTRO-COMUNISTA de Chávez y Castro en Venezuela, tal y como “los americanos” nos iban a ayudar a nosotros los cubanos a tumbar a Fidel en Cuba, el monstruo del Caribe defeca sobre la “Comunidad Europea” e insulta a Silvio  Berlusconi y a José María Aznar con apelativos dignos de ser pronunciados por cualquier arrabalero de mierda.   No debemos olvidar que se está dirigiendo a sus “socios del alma”, a aquellos individuos que representan el grueso de las inversiones que en Cuba mantiene viva -- junto al petróleo venezolano que le regala el Sr. Chávez -- la revolución que comenzó verde como nuestras palmas y terminó teñida de un rojo intenso como la sangre de las decenas de miles de cubanos dignos, valientes, mártires, cristianos y patriotas que murieron en los paredones del sátrapa más grande que ha parido la historia de nuestros infaustos pueblos.

Lo único que falta hoy es que aparezca por ahí un nuevo “Coramina” cubano y ante el inminente desastre que supone la pérdida del ignominioso y bochornoso apoyo que en detrimento de todo un pueblo que sufre le viene brindado a Castro la “Comunidad Europea” nos grite, con el cuerpo encorvado, una pierna en el aire y los dos puños fuertemente cerrados: “¡Ahora sí!”

Caracas, 16 de junio de 2003

ROBERT ALONSO

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